Es mentira el silencio
de la noche;
hay menos ruido y mejor
se puede escuchar
las cosas
que nunca son
solas, nunca es
cosa sola cada cosa.
El nocturno presunto
silencio:
espacio para estas orejas
entre las cosas
del estuario tumultuoso
de los ruidos
del día
de luz.
El viento, mi oreja,
mi pelo la palmera;
el viento cosa es
oreja,
silbido de pared
de torre de terraza
en La Paternal.
Cosa viento que trae
al sur cosa, a
la piel cosa, caricias
cachetes del viento
de la tierra.
Un motor
cosa del aire
acondicionar
de las vecinas, cosa,
y la cosa que tiene de nombre (cosa)
living.
Otro motor, pero no
de arrullo
pica. Lejos. Calle, asfalto, avenida
San Martín cosa.
Argentinos, alas cosas...
A les coces argentines
a los livings, a los cuartos,
las piezas
Una extensión de paralelepípedos
argentinos
que no se puede concebir,
no se puede imaginar
¿y sentir, ni sentir?
Es tan fácil que no nos importe
nada, casi,
de lo que no nos asedia.
Efecto y causa y cosa es cada cosa
y sabemos sin embargo
no conmovernos.
Las gotas, éstas, el aplaste
del cielo, de las nubes, de la una
gran nube que va de pe
a pa
Es un enredo que, a lo sumo,
se podría cortar
Piezas con todo
tanto todo
que se puede no sentir, incluso
lo que se sabe
(tautológico saber, vencido saber)
salvo lo que nos asedia.
Duelen las articulaciones, por ejemplo
entre las cosas.
Una tos, una vida
otra tos.
El llanto
de los hombros
de un hilván/
que muestra
que ya estamos cosidos
por el envés de los ojos.
Una tos por los textos llenos
de vida que escribe esta tierra
del viento de los hombros
de las cosas.