Pienso con amigos, también estando solo.
Pienso: discurrir, palabras, frases, argumentos, interna discusión. Pienso:
careo de posibilidades; eso es pensar, careo de posibilidades: cada posibilidad
tiene una cara. Y cada cara es un amigo que la enuncia, la explica, la
defiende, la habita y la investiga. Pensar es una conversación polifónica entre
caras que se dicen, a través mío, porque me dicen, se dicen, los argumentos de
las cosas. Caras, amigos, todos, cada uno me habita en una fuerza pensante que
se reproduce en mi.
¿Se llega a una síntesis? ¿A una formula que
conforme a todas las caras, que esté conformada por todas ellas? Un mismo enunciado
que les hable a todas esas diversas naturalezas.
Pensar, para mi hoy, (¿pensar políticamente?),
es encontrar la expresión donde toda esa diversidad se comprende, se entiende;
es ligar puntos en principio distantes, distintos, con algo que logre serles común.
Porque los amigos lo que dan es vergüenza. Dan
vergüenza, la ofrecen, la comparten, postulan vergüenzas.
Los actos tienen un sentido siempre
determinado, quiero decir que su valor es dado en un lugar, una colectividad,
unos ánimos y fuerzas.
Los amigos prestan sus prestancias para tener
criterios. No quisiera encontrarme haciendo algo que diera vergüenza a un amigo;
son los amigos el superyo elegido y cómplice, los ojos que nos damos para una
compañía ética.
Por eso se escribe para los amigos, y con ellos
un posicionamiento y propuesta de mundo.