Por Ignacio Gago y Agustín Valle para revista Crisis (2012)
3. Conversiones
“Almacenes
coloridos a los que llamás `ciudad`
te envuelven con canciones indoloras
como hilo musical”
(Indio Solari, “Nike es la
cultura”)
“Al
investir a los jóvenes y a las mujeres de un absurdo plusvalor
simbólico, al hacer de ellos los exclusivos portadores de dos
saberes esotéricos propios de la nueva organización social -el del
consumo y el de la seducción- el espectáculo ha libertado, sin
duda, a los esclavos; pero los ha libertado en cuanto esclavos.”
(Tiqqun,
Teoría
de la Jovencita)
“Todas
aquellas aptitudes creativas que ponemos en juego a lo largo de
nuestras vidas, en cualquier situación, en las más cotidianas, son
ahora puestas a trabajar, puestas a obedecer. Precisamente cuando lo
que se esclaviza ahora es el lenguaje, la mente, las fuerzas de
creación, la subordinación toma esta forma infantilizada, en la que
quien puede hablar no tiene nada para decir y quien debe enfrentar
los problemas los encuentra ya planteados. Hay que estar atentos a
las consignas. Hemos vuelto a la escuela. ¡Atentos, atentos a las
consignas!” (Del libro ¿Quién
Habla?)
1. Boludeo modulado
El boludeo es una práctica activa,
que tiene lugar en la generalidad de las autogestiones de la salud;
al parecer el boludeo forma parte de la supervivencia, y tenemos
variados dispositivos para ejercerlo. La programación de las radios
fm’s colabora masivamente en esta tarea; cinco millones de personas
escuchan radio diariamente en Capital y el GBA, según Ibope. Por
supuesto el arco de opciones es muy amplio, desde radios barriales
sostenidas con altruismo, hasta las frecuencias de música clásica o
la de tango de la Ciudad; pero en cambio las tendencias marcan
grandes cauces subjetivos, con matices por ejemplo entre La100,
Pop101.5, Metro95.1, que lideran la audiencia. Los programas suelen
ser, para una sensibilidad no habituada, complicados de escuchar en
casa; hasta insoportable. Ejemplo al azar: últimos minutos de la
tarde de un día de semana, poner la Metro 95.1 (online), y Sebastian
Wainraich –cuyo talento radial es reconocido en el mundo del éter-
comparte el parloteo con “La gorda con helado”, en un dispositivo
que aparentemente realizan hace mucho y consiste básicamente en
proferir boludeces, una tras otra, con una creatividad notable puesta
al servicio de la abundancia y variedad: que no decaiga. La cualidad
del producto por supuesto no se retroyecta como identidad en los
productores: todos –hablantes y también oyentes- parecen tener muy
clara la decisión de producir boludez artificialmente, con esfuerzo
y habilidad. “¿Qué helado pedís?”, pregunta La gorda con
helado a las mujeres que llaman, y ante las respuestas -banana split
con mousse de limón, por caso- responde a su vez con –ahora sí-
rápidas identificaciones personales, casi todas reducidas a “trola”,
pero también otras más detalladamente superfluas (como “acaricia
siempre los perros ajenos y se lava las manos rápido”).
Escucharlo en casa puede ser duro;
empero se torna mucho más naturalmente sentido en la calle o en el
trabajo: el boludeo y la música, incluso las ofertas mercantiles que
piensan en nosotros, resultan una trinchera móvil para transitar
esferas ásperas. Es aplastantemente mayoritario lo poco serio, en
las emisiones, pero su función lo es: distiende a quien viene de
seriedades agobiantes, agotadoras –la vida común de la ciudad. El
boludeo radial siempre es amistoso. Pero además, alimenta la
autoestima individual: en vez de lidiar con la dificultad que implica
tener y sostener el propio lugar en el mundo, este mundo
enorme-gigante-complicado e inherentemente exento de toda noción de
“justicia”, escuchar a La gorda con helado nos devuelve la
tranquilizadora imagen de que modos de ser muchísimo mas pavotes que
nosotros tienen igualmente su lugarcito en este mundo. Misma función
cumplen con gran eficacia el muñeco Lapegüe o Roberto Pettinato
(tambien es una estrategia muy usada en las publicidades de algunos
rubros, como servicios de Internet y marcas de cerveza).
La buena onda (que toma forma de
boludeo, aunque no siempre, o no solamente) abarca todo el espectro
FM. Versionada, omnipresente. Programas que se pasan la posta
compartiendo un rato al aire, todo en continuado, una gran mesa de
charla de amigos constante, con momentos de protagonismo diferente,
pero con un mismo clima de relajo y acierto, como dicen que sucede en
aquellas empresas exitosas en donde se crea valor a través de la
atención y la ocurrencia permanentes, con audio multicolor y un
mundo de consumo al alcance de la mano. En definitiva es un tono con
el que conectarse como válvula descompresora del clima en que
vivimos atravesando la ciudad repleta, o sosteniendo al cuerpo como
pieza de una máquina horrible y sobre todo ajena (“trabajando”).
El registro anímico-semiótico de
la radio piensa en ciertas condiciones materiales de escucha. Un
fuego se apaga con otro fuego: para sostener la vida en la ciudad
volcada al trabajo, para atravesar el malestar amontonado en el
transporte por la mañana y la tarde, para vivir con la líbido
aturdida y mareada (un deseo desfasado de los cuerpos que busca
sosiego en el éter), resulta funcional ir escuchando una meseta de
música-propagandas-boludeo-desborde sexual-información general,
todo homogeneizado como un bloque sonoro de tono buenaondero: todo
parece consumirse de igual modo.
2. Sexo etéreo
La nueva Argentina, la Argentina que
ha recuperado a su juventud, no escamotea superficies de tersura;
ofrece un panorama etéreo hecho de jovialismo juvenil que inunda
orejas por millones a través del dial. El juvenilismo como
subjetividad dominante se verifica en la radio no tanto con la
presencia de jóvenes al micrófono como en la insistencia en estilos
juveniles en tipos que ya se hubieran retirado del fútbol
profesional hace varios años, como es el caso de “Andy”
Kusnetzoff, que seguramente se llama Andrés y nació en 1970 (según
Wikipedia); pero también Beto Casella, que gritó por vez primera en
1960 y hoy conduce el programa con mas oyentes de la FM (las mañanas
de Pop 101.5), participa del estilo informal, desprolijo y veloz, en
fin: del imperativo aparateado del jovialismo juvenilista, donde
envejecer es flagelo.
Otra figura
líder con modos juveniles y que también nació en el 70 es Matías
Martin, conductor de Basta
de todo (Metro),
el programa más escuchado de la tarde. Acompañado por el inefable
“Cabito”, MM detenta una entrenada destreza periodística
(cualificado para tocar cualquier tema de actualidad sin nunca mear
demasiado fuera del tarro), nutrida estilísticamente con una
combinación entre una más o menos marcada “ética progre” y una
obscenidad militante: esa mezcla, entre corrección política (pegada
a la agenda de correcion moral) y guarangada febril, es paradigma de
la racionalidad media en las FMs actuales.
Aunque huelga
decir que en la enorme cantidad de horas de aire que ofrece la radio
fm hay notas y contenidos plurales, el zapping radial hace palmario
que la tara sexual es el cemento principal de su pared semiótica;
digamos que es la cal, y el boludeo es la arena. “¿Medida
bustial?” o “¿Habilita colectora?” (=sexo anal) le preguntan
en Basta
de todo
a toda oyente que llama; lo cual opera –en tiempos
sigloveintiuneros de presunta liberación sexual- como forma de la
identificación sexual que vale de credencial identitaria en el aire
radial (“identificación”
porque se
saca a los placeres de su contingencia situacional para
cristalizarlos en una paleta abstracta de lo que “me gusta” y lo
que no, como si el gusto refiriera a algo inerte y no a un patrimonio
de encuentros con capacidad de sorprendernos y variar). Cambiamos de
programa medio al azar, a Gente
sexy, conducido
por Clemente Cancela en Rock and Pop, y justo se le pregunta a una
oyente que ha llamado: “Sol, ¿le entregaste tu flor a alguien?”,
y sólo después pasan a “la nota”. “Gente sexy”, nombre
irónico que se dieron conductores que no cumplen el estereotipo de
belleza mediática; lo cual evidencia la norma de belleza que es
imperativo en el medio.
En la ciudad
como superficie –hojaldre milhojas- de una híper promoción del
sexo, que expresa y produce frustración en cantidades
post-industriales, la radio participa de la obsesa fijación con una
forma extraña de sublimar todo lo que no pasa –¡pobre carne ante
el ideal!- en palabras sobre lo que se quiere –o lo que se quisiera
querer: un régimen de sexualidad permanente que es, por supuesto,
macabra promesa de paraíso para esta tierra, expresión pseudo
gozosa del malestar de las horas. Muchos programas le dedican
secciones a esto, como Da
para darse o
Ex
parejas en
Perros
de la calle,
donde oyentes y conductores esbozan historias o secuencias de la vida
amorosa o relacional (indiferencia, mal de amores, ganas que no se
concretan) en clave lúdica o novelera, tramitando el deseo en el
éter. Si de reír se trata, ¡son verdaderos dramas!
3. Conversiones
Con la radio
del Grupo Clarín liderando la audiencia (La100), no goza sin embargo
del nivel de monopolio que tiene en otros rubros; Daniel Hadad cuenta
con Pop101.5 y Mega, mientras que Matias Garfunkel es socio de Moneta
(que compró al grupo mexicano CIE) en el paquete de radios Metro,
Rock & Pop y Blue, pero tambien es socio de Spolsky en la nueva
radio que amenazaba sacudir la frecuencia modulada: Vorterix, con la
firma y marca de Mario Pergolini. Su alejamiento de la R&P no fue
uno más entre los varios “pases” del año (Casella de Radio10 a
Pop, Closs de La Red a R&P). Pergolini es icónico porque lideró
establemente la mañana de las fm’s muchos años con su Cual
es?
(aunque ya había perdido el primer puesto con Casella), sentando
coordenadas de una estética: es padrino mediático de varias
devenidas figuras radiales emancipadas (Cancela, Kusnetzoff, el
“Pelado” López, que está en La100).
La fundación
de Vorterix puso a Pergolini en alta rotación mediática, por
ejemplo con su cara en las tapas de las revistas Rolling
Stone
(tercera tapa que le dedica la RS y la primera en que está “limpia”:
en las anteriores estaba luqueado de Guasón y de demonio) y la de
Aerolíneas Argentinas (expresión de la alianza Pergolini con
Garfunkel-Spolsky).
Anunciando el montaje de un teatro
–otrora El Teatro–, en Colegiales, ensamblado con un estudio
mediante la más puntosa tecnología, Mario Pergolini hizo cundir el
lema de que “el rock se mudó”, no sólo en referencia a su ex
radio (“donde el rock vive” es el lema de R&P), sino,
también, a la renovación de las condiciones materiales de
existencia urbana del rock: “pareciera ser el principio del fin de
aquellas cuevas ochentosas o los parajes de los noventa donde el rock
caminaba por senderos marginales”, redactó Diego Pintos en una
nota sobre la inauguración del emporio Vorterix en el sitio de
noticias Info-News (que es del grupo de Spolsky y donde se ven
fuertes propagandas de Vorterix). En efecto, con su brillosa
instalación en la Avenida Lacroze (cuya rutilancia saturada emula,
pongamos, a Tokyo), Pergolini es erigido como emprendedor modelo del
modelo en el rubro industria rocker: saberes “rebeldes” mamados
en los ochenta, inteligencia cínica entrenada en los noventa
(exitoso como empresario mediatico crítico del menemismo), todo
puesto al servicio, ahora, del emprendedor neo-desarrollismo
empresario argentino, que con valor agregado entretiene multitudes en
condiciones de programado orden: “pueden ir a dormir tranquilos y
seguir escuchando la mejor música”, dijo Pergolini para cerrar la
inauguración de su radioteatro de vanguardia.
El redoble de
la apuesta de “Mario”, sea exitoso o no (aparentemente lo primero
en el teatro y lo segundo en la radio) es paralelo a la consolidación
en primera línea de caras por él apadrinadas. El estilo
desenfadado, pillo, de los periodistas que bajo el ala de CQC
encarnaron la crítica a la vieja política y a “los noventa”
–engalanados en trajes negros arrugados y el pelo revuelto, el
cuerpo puesto a encarnar las propagandas de Philip Morris– ha
pasado a ser el código del orden discursivo radiofónico porteño en
la nueva Argentina (de la realidad macristinista).
No es casual que “Néstor” haya tenido varias escenas de
complicidad y cercanía (callejera, informal, juvenil) con los
noteros de CQC: los percibía como un buen elemento para alimentar la
nueva legitimidad gubernamental que supo elaborar. Es decir: saberes
de estética noventera y cierta moral dosmilunera tornados código de
atracción semiomercantil y reguladores del orden urbano –figurita
repetida.
4- Despolitización hasta ahí
Otro ejemplo: ponemos a Casella y
está hablando de que “no hay que confiar en quien a la semana de
conocerte te pide cien pesos”, e inmediatamente pasa a referirse a
los deseos de lxs travestis… Pareciera, decíamos, que en la
racionalidad estandar de las fm, el boludeo es el pacto y la
pornografía el vicio; pero ninguna es vocacional. Pueden encontrarse
muchos pequeños espacios interesantes en el mainstreem radial;
buenas intenciones, intereses amplios, momentos divertidos –incluso
memorables. Hay segmentos culturales, hay intervenciones de talante
reflexivo sobre temas políticos y económicos; al fin y al cabo los
oyentes son cuerpos vivos con problemas de cuerpos vivos. No
podríamos decir, tampoco, que el mundo de las fm’s esté
plenamente despolitizado. No sólo por las presencias de kirchnerismo
explícito que tienen algunos programas (Cabito, Gabriel Schultz que
estuvo con Martin y ahora con “Andy”).
“Hay
mucha fuga de oyentes de la AM a la FM. Los productores y
programadores la están matando de a poquito, torturando con una
agenda aburrida. La gente quiere otra dinámica: humor, distenderse y
un poquito de información”, dice Beto Casella (nota en Perfil
en
marzo de este año). Sin embargo, los oyentes no necesariamente
quieran
ser completamente ajenos a los temas políticos de la semana, ni
menos a los temas económico-administrativos de la vida, puesto que,
si la metralla publicitaria concibe a los oyentes como consumidores,
el tratamiento semio-acústico de las programaciones los considera
también como productores: tipos que están en el trabajo, que se
esfuerzan para sostener una vida, que buscan evitar quilombos y darse
gustos. Urbanitas que tienen la vida más o menos armada, más o
menos plancentera, más o menos sufrida, tienen preocupaciones e
intereses propios de su integración –bifronte- al mercado: las
tasas de crédito, la inflación, el monotributo, las paritarias, el
acceso a la vivienda, los dólares para viajar a playas cálidas (en
Metro una de las empresas que mas se oye publicitar es Despegar.com).
Masas sueltas que la prensa gráfica perdió ya históricamente, se
calzan los auriculares, algunos la radio en el auto, la compu en el
trabajo, y escuchan las cosas del mundo a través de un marco de
buena onda –y un horizonte de ofertas.