Con la narrativa, creo que el fútbol tiene una relación de consustancialidad natural: el partido mismo se relata, amén de la fruición descriptiva a la que invita. Ahora, narrativa hay mucha sobre fútbol, pero ensayo, o sea textos elaborados desde una pulsión de pensar, más que de contar, no tanto: desde Dinámica de lo impensado, librazo de Dante Panzeri del 67, hay que rastrear mucho entre cuentos y viñetas comentadas. Pareciera asumirse que aunque de fútbol se discute, se debate, se polemiza, no es terreno para pensar, que de fútbol se sabe, o no se sabe, o incluso que sólo se siente, en pobrísima escisión entre pensamiento y sensorio. Pero el juego es un pensamiento de los cuerpos en interacción: pensamiento geométrico, cinemático, temporal. Y la puesta en juego de ideas también es una fiesta de los músculos. Pensar el fútbol en sus muchas dimensiones es enriquecer la experiencia de aquello que nos encontramos siendo: futboleros. Concientes de, si se quiere, su inutilidad, porque no se persiguen utilidades ulteriores, la pasión se pone porque sí, porque ahí se pone. Fútbol y pensamiento son imposición de sentido inmediato.