Tuesday, December 01, 2009

Bases del ciclismo como pensamiento urbano




Las ponderaciones ecológicas y cardíacas del ciclismo son bien conocidas; también su carácter prácticamente inofensivo hacia los otros. Son ponderaciones de sentido común. Pero el ciclismo no sólo cumple con una serie de méritos preexistentes, y si en vez de pensarlo desde un lugar neutro e inercial como el sentido común, apostamos por un pensamiento que sea hallazgo del cuerpo al calor de la tracción a sangre, adquiere el ciclismo un sentido específico.
Una de las virtudes de esa práctica se hace patente en una superficie cada vez más visible en la ciudad: la cara de orto típica de los ciclistas. Ceño fruncido, ojos esforzadamente entrecerrados; cara no tan de orto como de dificultad, de clima adverso. Es que el aire viene cargado de –para empezar a hablar– el humo de los colectivos, la mugre que levantan del suelo, los múltiples desprendimientos de los árboles, violentados hacia uno por el viento o su mera caída, provocando en suma la patente cara. La bici abre acceso a todo un campo sensorial. Y las cosas que se sienten por usarla –fenomenología ciclística– son mucho más variadas que las que el ciclista se pierde por no andar en auto. Y sobre todo más ricas, porque vienen indeterminadas, no anticipadas por un botón luminoso que las define y regula el modo de su presentación a piacere.
Al automovilista los estímulos externos le llegan mediados por superficies que los traducen al lenguaje siempre igual del microclima del auto. La cara de orto de andar en bici es, en cambio, la cara del roce con lo real; si la dicha no se nota es porque no siempre es una cosa alegre.


Thursday, November 26, 2009

Monday, November 02, 2009

Palabras de salud...


Introducción: Hacia una nueva autoayuda

A. El problema de la autoayuda

1. Vivir colectivamente en tiempos de individualismo
2. Ser feliz por la ética: la responsabilidad de vivir mejor
3. Dar
4. La culpa y el ego
5. Repensar el amor propio

B. Acá estamos, esto somos

6. La amistad.
7. El amor.
8. Los deportes y los juegos.
9. El comer como ceremonia.
10. La fiesta, la música y el baile.
11. Formas de habitar el espacio público

C. ¿Qué hacer?

12. Mandatos
13. Pérdida vitalista
14. El propio hacer y el juicio de los otros.
15. El poder de la sustracción
16. La independencia
17. Más allá del éxito y el fracaso
18. Por un conformismo crítico
Epílogo: Problemas


Saturday, October 17, 2009

EEV, otro espeyal ediyon

Amados en potencia:

No es meramente que queramos; es un estar invitante -el famoso y nunca bien ponderado nosotros-, que se impone.

Como Agustín el santo vio a tiempo, sabemos qué es el amor mientras evitemos preguntarnos. Este martes y con mucho esfuerzo de la parte más sana del alma, Elina “la luz” Aguirre, y -abran cancha- el colectivo El amor está raro, ensayarán para que la pregunta sea experiencia.

Además y a Nosotros gracias, Daniel “oráculo de Gerli” Liñares y Clara Clauida Cardinal jugarán a las lágrimas con un fragmento de Nomenclatura de los días; y Los Salvajes Rockabilly rasgarán el aire como cuando Louisiana era terrestre.

Ensayos en vivo: una oferta elevada al azar.

Este martes 20 a las 20
En el Común Clandestino Pachamama (Pje. Argañaraz 22)
Gratis, porque la presencia del nosotros es un prestigio aún no calificado.

Wednesday, October 14, 2009

Pruebas



1.
¿Cómo se come la carne? Como se come la carne. Jugosa; cocida -no cruda-, pero jugosa. Si somos gran tanto por ciento agua.
Comerla con la mano, sin perder líquidos al plato por daño con el vil metal.
Agarrar el pedazo de carne con el dedo prensil y los otros, traer sus colores a las fauces abiertas, incorporantes, deseosas de lidiar con lo externo; morder, masticar, sentir. En los mejores casos, sin tironear. Comer con la mano somete al trozo vacuno a control de calidad: que salga de la parrilla y pueda cortarse con los dientes.

2.
¿Cómo se distribuyen las prioridades de la escritura si uno escribe sólo con la mano hábil? En comparación hábil. Quién sabe la otra existe para medir la gracia recibida contra la tosquedad posible. Pero en soledad, sin la segunda, la hábil no puede darse lujos, volcar en la página todos los hallazgos encontrados gracias a las perspectivas sucesivamente habilitadas por los pasos o saltos del texto. Esa voluntad paisajística, digresiva y ecléctica, acaso pueda reconocer y homenajear el interés motor que tuvo el mérito de poner la pensadera a trabajar, pero también puede perderle respeto y llenar un espacio obnubilando. La diestra sola guarda siempre criterio de prioridad.

3.
Buscar que la pierna se estire para alcanzar el pantalón, apuntar a agarrarlo usando los dedos del pie como pinzas, no es ridículo o negador sino, en cierto sentido, natural: uno primero investiga lo que puede, recién después pide ayuda. Sobre todo, para no quedarse con intriga respecto de lo que se podía; no quedarse con una pregunta sin experiencia.










Sunday, October 04, 2009

notas

Reseñas de Ceviche, de Federico Levín, y Cuentos Completos de R.E. Fogwill; entrevista a Santiago López Petit: aquí.

Sunday, September 20, 2009

¿Ley de medios? Notas sobre nuestra generación y lo invisible





¿No ocurre que las generaciones se esterilizan por pérdida de la insistencia en aquellos senderos que sólo a ellas les son dados reabrir? ¿No existe un riesgo abortivo en la abstención, la elusión o en los reparos a activar la débil fuerza mesiánica que a cada generación le viene dada en gracia, y que debe ella misma descubrir?
Advertida desde siempre, portadora genética de un terror que deviene inteligencia cínica, “nuestra generación” se ha ahorrado el riesgo de la creencia y de la promesa política. Desarrollamos, desde siempre, una conciencia clara del patetismo del sentido.

Nuestro escepticismo carece de fuerza histórica.
Las abundantes metáforas de la intemperie exhiben nuestra orfandad. La reducción de nuestro horizonte a una búsqueda desesperada de protección. Adherimos a una detención de la historia bajo las formas más banales de la movilización de la vida (fascismo postmoderno).
Pero la potencia indetermina el mundo. ¿Cuán lejos debería llegar una potencia tal para remover en nosotros la naturaleza del cálculo y la seguridad? Para interrumpir esta obviedad, la exposición universal del desastre.

¿Cómo se construye la obviedad?
El ojo, se sabe, tiende a dominar. A priori, los cinco sentidos son la visión y cuatro más.
Te lo juro, hermano, lo vi con mis propios ojos.
Y si no lo veo no lo creo.

Como el ojo es dominante y presumido, resulta palanca de conquista ideal para una dinámica que busque organizar al sujeto –sujetarlo- en un juego de atenciones y prestaciones determinado.

Todo se desvive por ser visto y la escala de visibilidad es escala ontológica: nos guste o no nos guste, nos encontramos sintiendo grados de certeza respecto de la gravidez de algo en el mundo según su visibilidad.
Si somos constructivistas como el Indio, una canción cambia el mundo, porque cambia mi cabeza y mi visión y entonces el mundo. Qué importa si hay verdad más allá de nosotros: problema de lo otro.
Pero aún si somos constructivistas, lo que percibimos –por ejemplo una canción- delinea minuciosamente el mapa de lo real y de lo posible.
De lo plausible y de lo festejable.
De lo más o menos y de lo posta.
De lo juguetón y de lo que queda cuando lavamos lo accesorio con el giro “en definitiva”, maldito latiguillo de la trascendencia.
La verdad, las expectativas. Lo deseable y lo esperable. El sentido y el poder de causa. Todo es producto del roce perceptivo con “lo” real. De esta manera, tenemos una responsabilidad: cuidar la política de distribución de atención.

Vivimos en una lucidez insoportable, redundante, donde el futuro es un espejo del presente, este presente eterno.
Del fondo de todas las cosas, de cualquier cosa, nos separa nada más que el cálculo. No hay misterio para nosotros.

No sólo hay una perversión mercantil de las expectativas. También una distorsión perceptiva, un aplanamiento: en un mismo plano –informático- puede leerse la infinita variedad de las cosas.
Esa homogeneización del infinito hace que haya no sólo una precarización de la vida sino una precarización del propio querer vivir, de las ganas: movidas por lo obvio.
Recuperar, entonces, la desesperación.
Poder sentir lo real que la realidad oculta mostrándose. Recuperar el sensorio para la calentura política.

Apostar performativamente a que haya cosas no traducibles al plano de lo obvio, evidente.
Cosas no perceptibles en el régimen de lo visible ni comunicable en su correlato informacional. Cosas oscuras, que iluminan sólo a los que hacen el trabajo de disponer su cuerpo a sentirlas, el trabajo para que los labre su sentido.

Necesitamos un baión por cada uno de nuestros ojos idiotas.

La moda se define como sustitución del material simbólico sin alteración subjetiva. Nuestra cultura está frita: todo es moda. Todo igual, todo lo mismo aunque se recambie al instante.
Las experiencias y espacios de alteración subjetiva no pueden salir en los medios ni tener propaganda. Estás ahí o no estás. Acá.
Después de las degeneraciones históricas del ser, del tener, y del parecer, poder estar es un privilegio inconmensurable.
Debe haber manera de advertir que yo, tu, él, nosotros somos la historia universal. Si logramos ser contemporáneos de nosotros mismos.
Es muy notorio el sentimiento propio del acceso al contacto con un real que produce un corrimiento en la distribución de lo sensible y lo pensable. Hace emerger una politicidad, esto es: autonomía, conflicto, belleza.
La autonomía, dado el poder, implica conflicto: pero sólo desde la instauración autónoma es conflicto y no pura explotación.

Qué se puede, qué no, qué podemos esperar: no sabemos. No sabemos.


Entonces, por un lado, en este tiempo de hiperconexión, con la red alcanzando el planeta entero y poniéndonoslo como imagen en nuestras casas, en este tiempo no podemos confiar en lo evidente. Sólo confiando en lo no visible se hace posible otro tiempo.

Eso por un lado.

Por otro lado, sólo una estrategia de invisibilidad puede preservar su temporalidad de la urgencia por no caerse de la miríada de conexiones.

El anonimato es la estrategia de una nueva clandestinidad.
Clandestinidad que no se oculta por riesgo de ser reprimida por un orden que la percibe como amenaza desintegradora; clandestinidad que, en cambio, se oculta por resultar atractiva para el orden por cuanto tiene de creadora de valor: el orden ataca al nuevo anonimato, el anonimato de los ricos de cosa intraducible para el mercado, lo ataca con oportunidades.
¿Somos capaces de crear valor, pero un valor no redundante ni nacido ya para el mercado? ¿Somos capaces de recuperar tramos de la cooperación colectiva de las manos de la mezquindad del simul-kapital? Crear un valor que no pueda ser mensurado, puesto -a través de comparaciones de grado- en equivalencia con todos los demás; crear parámetros que interrumpan el destino obligado de la fenomenología mercantil.






Presentado en la última Juntada de Ensayos en Vivo, introduciendo la intervención de López Petit; sin embargo, ahora advierto otra pertinencia. Ah: los primeros párrafos fueron escritos por el necesario Diego Sztulwark.







Friday, September 18, 2009

Clarín y Nación son terroristas

Por la ley de medios.
(Los abajo firmantes) apoyamos la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual porque entendemos que la actual concentración de medios de comunicación en manos de monopolios privados cercena el derecho a la información de nuestra sociedad, avasallando una de las conquistas más importantes y colectivas de la democracia, como es la libertad de expresión, en nombre de la defensa de sus intereses particulares. También entendemos que los binarismos no sirven para llevar adelante un debate productivo sobre esta ley fundamental, porque es una ley que trascenderá a los mismos actores en disputa. Ni el Gobierno ni la oposición ni las empresas monopólicas tienen las mismas responsabilidades, frente a una creciente demanda social de reforma del sistema de medios audiovisuales.
Porque más allá del contexto en que el debate se produce -originado en parte por los intereses que afecta el proyecto de ley- es inaceptable que la comunicación audiovisual siga regulada por una ley que, impuesta bajo la dictadura, cuenta hoy entre sus defensores a entidades como ARPA y ATA, que en ese momento eran parte de la autoridad de aplicación, y que hoy se envanecen en nombre de “la libertad”.Porque es necesario incorporar la mayor cantidad de gente posible, a través de organizaciones intermedias, a la gestión de los medios y de sus contenidos, y que el Estado garantice una mayor pluralidad, a través de los canales institucionales amparados en la Constitución Nacional y no por intermedio de los intereses económicos de los particulares que, en nombre de la libertad de expresión, aprovechan su desregulada participación en el mercado para manipular la información a los fines de preservar su poder económico y político.
En ese sentido, entendemos al proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual como una oportunidad histórica de fortalecer la democracia, tanto en lo que respecta a sus instituciones como a las posibilidades de participación. Desmonopolizar mejora la calidad de vida democrática porque impide que un solo actor determine la agenda de la conversación pública liberando también a los trabajadores de esos medios monopólicos de las garras de un solo patrón. A su vez no hay democracia posible si los poderes que de ella surgen no garantizan una pluralidad de voces real, que dé cuenta de la polifonía de una sociedad que requiere de la participación de todos sus actores. Libertad de expresión entendida como participación pública de toda la sociedad, de un Estado que la garantiza, y no como construcción comunicacional de los negocios y acuerdos que se hacen puertas adentro. Una ley que garantiza mayor transparencia en la producción y circulación de contenidos, que la ley que nos legó la dictadura y aún hoy sufrimos.
Esta Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual será una Ley de la Democracia, fruto de dos décadas de debates, celebrados en foros, universidades nacionales y entidades de bien público que entienden al derecho a la información libre, plural e independiente como un paso más en la mejora de la calidad institucional y política de una sociedad. A 26 años del fin de la dictadura cívico-militar, se impone la necesidad de revalorizar la libertad de expresión en nombre de los intereses colectivos. Una ley que abra la posibilidad de convertir a la información en un bien público y no en un negocio que ha demostrado responder no sólo a la remanida libertad de empresa, sino a la imposición de políticas y agendas propias de un totalitarismo de mercado que se sustenta en la desinformación y la manipulación de un derecho adquirido por la sociedad en su conjunto.
(Venía con y pedía firmas, me parecieron prescindibles)

Saturday, September 12, 2009

Sunday, September 06, 2009

EEV espeyal ediyon

Camaradas,
en las buenas y en las malas. (La alegría no es sólo pasajera.)

Es increíble cuánto pasa todo el tiempo y sin embargo che adónde pasa algo. Prudencia defensiva es el ataque: una arenga sin objeto. Recuperar juntos la desesperación.
Ni inercia de las cosas ni voluntarismo; agite y sensibilidad al revoltijo.

Este martes 8 de septiembre, así pues, Santiago López Petit, de visita en Buenos Aires, invitará gentilmente a sabotear la realidad -y gana el que tiene buenas ganas, viejo.
Haremos de alfombra roja para sus ideas algunos parroquianos del mientras tanto -Burkart, Valle, Aguirre.
Y afortunadamente Patricio Diego Suárez cantará como para romperle el culo a la verdad /o hacerle un hijo a la verdad.

Martes 8 a las 21
Ensayos en Vivo espeyal ediyon (quién sabe salga lounge y conversemos y todo).
Club Cultural Pachamama, Pje. Argañaraz 22
Masticación empática
Y brindar por las victorias y sobre todo por los buenos fracasos, divina/irreprochable verificación de desafío al mundo.

Saturday, August 22, 2009

Ciudadanos del mientras tanto

Si estás seguro de lo que querés, cagaste. Desconfío. Con claros objetivos de peso: bien objetivadito. (Tener celular puede ser visto como nota looser.) Digo correrle el culo a la jeringa; la única firmeza es la del tránsito, el mientras tanto que somos (siendo). Confianza, al que busca. Al que no vende lo ya muerto sino que suelta –exagerado casi- todo lo que no es potencial, para que tenga más potencia. Y cuando no, no: acá estamos. Desesperados por estar a la altura de lo que hay, es decir de las posibilidades de crecimiento.

Monday, July 27, 2009

He visto



Iberá.
Un suelo flotante.
Tendrá una amabilidad especial o algo, para albergar tantas formas de vida y para, además, conseguir del agua sostén.
Dicen, dicen, que los continentes son gigantografías de estos “embalsados” del Iberá (“agua que brilla” en guaraní, idioma primario del cono sur; supongo, digresión, que el agua no brillante, que vendría a ser la estándar, ha de ser la de los ríos sombreados de selva, de manera que lo dado, lo sin aclaración, es la selva, y quizá por eso los guaraníes hablen así, mandando al aire palabras que viajan escabulléndose; es un idioma escondido, del encierro selvático).
Dicen, que la firmeza no es más que ilusión, que es relativa, o mejor verdadera a la perspectiva de una práctica -y la verdadera verdad es una perspectiva práctica.
Nuestros saltos encuentran el principio de salvataje de esta unidad: que se doble, así no se rompe. Es dar un pisotón y que ondule el suelo. Piso flotante, y no se sabe si la tierra sostiene las raíces o las raíces sostienen la tierra.

Pájaros que comen bebitos de yacaré. También vi un ciervo, y otro ciervo y después otro más. Monos, monas, y monitos recostados en sus lomos, respaldados. Carpinchos, el roedor más grande. Y yacarés, lugar común del estero, hay como taxis en Buenos Aires.
Los arroyos: Corrientes y el Miriñay. El Miriñay aguas más lúcidas y pajonales más altos. De pie sobre la punta del bote (¿proa?) parece que se ve toda la dominancia, pero a la vez no se ve nada, porque todo es igual. Difícil ubicarse, son repeticiones de lo mismo reordenado, sin puntos de referencia posibles capaces de mapear; curvas y curvas del arroyo que, aunque de vista panorámica, resulta laberíntico en tanto siempre es igual. Y sin embargo a la vez, en esa escena en cada curva -que es igual-, esperan atención un millar y pico de bichitos y momentos y formas y vínculos, que devuelven la gentileza de la callada espera observante con su, recién ahí, desnuda unicidad, pieles que no saben mentir.

El agua deja una marea en mí. Una incorporación del marear, es decir, conciencia física de la proyección de inercia de los movimientos; inercia sensible incluso de los movimientos posibles (efectos actuales de lo potencial).

El que no sabe esperar no sabe nada.
No hay espera sin silencio.
La helada regala la potencia de sobrevivirla.

Thursday, July 02, 2009

Estamos en libro




Bueno:


Sólo las cosas es un libro. O un protolibro, cuya factura es prepotencia manual.

Con Notas sobre subjetividad mediática y crónicas de naturaleza urbana, abre la flamante colección Ensayos en Libro; el segundo título es la Antología de Ensayos en Vivo Vol. 1.

Todo esto se presentará el domingo 19 en el Centro Cultural Pachama y Rodrigo José Noya, autor de las ilustraciones del libro, grafica la invitación en este hermoso volante (también hizo Noya el afiche de arriba).



En la revista Toro, Matías Laje reseñó SLC, cuya contratapa reza lo que sigue:

Medios y ciudad, esferas del tránsito. Los medios degeneran en permanencia; la ciudad, en el puro pasar sin estar, pero su materialidad sucia y su ritmo de cuerpo viviente invitan a suspender el determinismo publicitario del cuerpo personal, para buscar juego propio en zonas de perseverancia emotiva. Ensayos breves, frescos, posiciones que si se vuelven necesarias es sólo en el fondo de su contingencia; ideas-gesto, ideas-decisión como pequeños soldados de tracción a sangre en la batalla por los modos de vida.

Wednesday, July 01, 2009

Por el lado de la marihuana

Con su novela debut, este chaqueño nacido en 1970 recibió una mención especial en el español Premio Herralde de Novela 2008 –ganó Casi nunca, del mexicano Daniel Sada- y entró sin aviso en la elite de los publicados por la primera línea del prestigio editorial hispanoparlante. (En la foto de solapa tiene una remera de Motorhead). La historia transcurre en la periferia de la periferia, entre un pueblito del Chaco -donde las napas subieron y entonces el suelo es constantemente barro a pesar de que nunca llueve y el sol te mata- y Córdoba capital. Aunque los personajes sólo relativamente están a donde están, porque en realidad no salen nunca del sopor cannabiótico. Porro todo el día (al desayuno el protagonista se arma “el primero de la mañana”) y la televisión como fuente de luz omnipresente, con documentales sobre calamares gigantes o grandes operaciones bélicas del siglo veinte como conexión única con el mundo...

[Sigue acá la reseña de Bajo este sol tremendo, de Carlos Busqued (Anagrama) publicada en Rolling Stone]

Wednesday, June 10, 2009

Invitación

Camaradas:

La duda es un rico paseo -sin temor-, y hay que pasar el invierno. Queremos, queremos y seguimos queriendo; nos deshacemos y nos volvemos a hacer y parece no haber meta que pueda alcanzar nuestro querer.

Fuimos a una fiesta y aprendimos a cantar:
"¡O-le-lé,
o-la-lá,
si esta no es la vida,
la vida dónde está!"

Este viernes, entonces, la línea más expuesta e intentona del nosotros formará así:

- Daniel Cóppola y Gabriel Domenicucci ofrecerán la India en pedacitos
- Aíta, Alonso y Valle tantearán la inseguridad con culatas, pantallas y cirugías de cuidado.
- Rubén Mira traerá la afirmación alegre del cagazo, en revistas.

Nos justificará musicalmente la única e inimitable Pat Morita.

La juntada, dicen, contará con la guía de Lipzsyc y Pezzola; cocinan Burkart y Aguirre y decir todo sería tipear mucho.

Ensayos en Vivo, decimotercera noche:
Viernes 12 del seis
Casa Cariñosa Pachamama - Psje Argañaraz 22 (e/Israel y Lavalleja)
21:30 comemos lo mismo
22:30 palabras con tributo al silencio

Monday, June 08, 2009

Reseña de Conquista de lo inútil, de Werner Herzog (Entropía)

Diario de lo imposible
Pirañas asesinas, chozas de lianas, veneno para puntas de flecha y el objetivo de llevar un barco de vapor selva adentro, hasta un punto del río, y subirlo a través de una montaña a tracción a sangre humana, para bajarlo en otro río. Fiztcarraldo (personaje del film homónimo), como el director Werner Herzog, es un un hombre tomado por una tarea mucho mayor que él: hacer posible lo imposible. En concreto la tarea es un sinsentido, ¿pero cuál no?, si sólo la titánica entrega es fuente de valor, parece decir el Herzog, en cuyo diario de filmación, de dos años, se revela como el verdadero protagonista de la epopéyica empresa que desafía frontalmente a la naturaleza de las cosas... [sigue acá la nota publicada en Rolling]

Reseña de Indignación, de Philip Roth (Mondadori)

Carnicería en el campus
En el año 1951, el hijo de un esforzado y honroso carnicero kosher de New Jersey es el orgullo familiar: después de terminar la escuela y ayudar hasta el agotamiento desguazando reses, fregando tachos de grasa y revisando que los culos de gallinas muertas -sólo por desangramiento y sin daño en la cervical- huelan como deben, está por empezar la universidad, cosa que nadie en la familia había logrado. Dos de sus primos murieron combatiendo al nazismo y él quiere aprovechar su oportunidad académica sobre todo para evitar ser llamado a filas como soldado raso en la siguiente contienda bélica en que se embarcaron los Estados Unidos, la de Corea –otra carnicería. Pero resulta que, acaso por la paranoia de tiempos de guerra, su padre se torna insoportable, con un miedo constante y una preocupación insaciable sobre él, quien huye, pues, a una universidad en el lejano Ohio.
Allí, en la vida de “campus” durante la primera guerra de la posguerra, transcurre el grueso de la historia, contada desde una suerte de realismo con libertinajes... [SIGUE la nota publicada en Rolling]

Los días que vivimos en peligro - reseña

Dieciséis escritores argentinos narran los hechos que conmovieron al país, dice la -cuanto menos- imprecisa tapa del libro que en realidad contiene relatos situados en los días de los hechos.

Con el desafío de contar cosas públicas sobre las que el lector tiene imaginario y relato previo -lo que facilita la comunicación pero aumenta la dificultad de crear un territorio de emotividad singular-, el libro engrosa la tendencia editorial de antologías temáticas; el resultado es desparejo. [SIGUE]

Monday, June 01, 2009

Privado socialista



No hay nadie como tú es un gran tema del último de Calle 13, Los de atrás vienen conmigo.

Sin doble conciencia alguna el amigo va por así deicr enunciando el mundo, y entre muchas cosas que "hay", dice "capitalismo y comunismo".

Notable ese señalamiento extemporáneo, ¿de dónde provendrán sus percepciones?

¿Cómo sería el mundo cuando en cualquier pensamiento sobre su realidad estaba asumido que "hay capitalismo y comunismo"?
Que no era comunismo, se diría pensando en los socialismos reales (¿diagonal deformada del realismo socialista?). Pero, diría a su vez el otro contraargumento que imagino (doble, triple y andá contá las meta conciencias), sí había sistemas económicos de masas organizados sin propiedad privada, al menos de los medios de los medios de producción.

Y recién ahora viene el pero que quiero: eso depende de lo que entendamos por propiedad privada.

Si es cualquier régimen de gestión no estatal, ok.

Pero si entendemos que lo privado es lo sustraído por un grupo a los demás, la cosa cambia. Supongamos que las existencias son existencias sociales; que toda empresa económica existe sólo como momento de un entramado económico, social, común. Y que lo privado es lo que sustrae una fase de eso al resto de los participantes de la red.


En el aparato fijo de administración de lo público, en el Estado, puede criarse una casta, claro está, con control y aprovechamiento de los medios de producción, control y aprovechamiento privados al resto de la -más o menos roja- comunidad. Sería una propiedad privada en el Estado.





Saturday, May 16, 2009

Todos somos barbijo

.
¿Se sugiere morir?
La realidad mediática se impone sobre -en este caso- la verdad médica: no esalgo nuevo, pero sí evidentemente muy actual. (Nuevo en todo caso podría serel modo específico de esta imposición).

Dicen desde México que hay mucha gente internada con todos los síntomas dela Gripe Cerda, que tienen el conjunto exacto de síntomas pero después no tienen el bicho. Podríamos decir que sí lo tienen en el plano de la verdad mediática sobre el cuerpo; quién sabe, la sugestión podría llegar también a producir la misma muerte. Pintó gripe porcina, tal sería la asunción realizada por las células. La verdad biológica es organizada por la verdad mediática, por no decir que las condiciones mediáticas determinan la conciencia, un chascarrillo.

Somos barbijo
En cada momento que me conecto con las imágenes del acontecimiento porcino-microscópico, coincido en sentir esa "degradación huaman": estamos hechos mierda. Pero sin embargo, no perdería la chance, por un principio de lógica física, de intentar ver lo que pasa como una positividad, una manera, si sequiere atolondrada, de lo real humano de vivir, no de desvivir. Porque además si hay una degradación de valores efectivos que alguna vez organizaron las relaciones y las representaciones de maneras que por contraste con esto resultan lindas, en todo caso su ausencia es refutación suficiente. ¿Qué se afirma en la subjetividad barbijo?

Coyuntura divertida
Como siempre, varias cosas se montan sobre la coyuntura. Varios intereses (aún despersonalizados y difusos) encuentran un buen escenario para amplificarse; algunos intereses, como dice Esteban Schmidt, "encuentran en todo una oportunidad". Los intereses comerciales, verbigracia (aunque jamás me reí gracias a Horacio), en su racionalidad obvia, en la obviedad de su querer, han de haberle encontrado mucha pólvora seca al asunto; hasta leí que Donald Rumsfeld es directivo desde hace veinte años del único laboratorio que vende algo así como vacunas contra este virus que habría sido inventado por los yankis con fines militares, etcétera. Puede ser verdad, claro que sí; lo cierto es que la coyuntura del pánico multiplica los relatos. Nadie puede negar que la coyuntura es divertida, cuanto menos por la diversidad de versiones que produce.
Contagiame todo, linda y fatal
Otra fuerza que encuentra en la coyuntura fertilidad para ampliarse es una idea: la concepción de la ciudad como un territorio de contagio. Viene a ser una idea más allá de que alguien la afirme o no; es una idea operante, una idea que más que ser dicha es fuente de otros dichos, una idea que organizalos cuerpos.
El espacio público, en la era de la fragmentación, con banda ancha y delivery, se reduce al mínimo, el espacio público es una fatalidad.
Ya estábamos a un paso del barbijo. El barbijo es la ropa de un modo privado de habitar lo público.

Gran respuesta la de Juarroz: que gastar la vida previniendo la muerte -o peor aún, preocupándose- es una forma mortuoria de vivir.
Barbijo pero inseguro
La subjetividad contagiosa (es un chiste, vale más sjd barbijo) participa de la subjetividad insegura. No subjetividad segura porque aún con los más ambiciosos dispositivos de seguridad, la naturaleza proteccionista de esa seguridad define al asegurado como un inseguro: nunca se alcanza estatuto de seguro, nunca podría tramar el cuerpo, la seguridad es efecto de medidas de fuerza protectoras.
La seguridad define al asegurado como inseguro. Pero esto es digresión. Decía que la subjetividad barbijo participa de la insegura en tanto es una versión de la construcción de los otros como peligro, la naturalización del quedarte en casa, reducirte a tu función higiénica.

Pero por otro lado negar toda realidad de la coyuntura, moteándola de mediática, es el zumum de la subjetividad mediática. El automatismo de negar la escena mediática sin ver cuánto esa escena está afectada de realidad corpórea, es también una formade pensamiento mediático. Sólo si hemos convenido asignarle la realidad a la superficie mediática podemos descansar en la imposibilidad de un problema carnal. Pensar que porque pasa en los medios en realidad no pasa en absoluto, es tan producto mediático como pensar que lo que pasa en los medios centra lo que pasa en general. En algún momento intentaré afinar esta idea.

Seguridad o cuidados, un proyecto
Si asumimos que hay peligros, ¿podemos plantear una disyuntiva entre seguridad y cuidados?

La seguridad auto reprime, porque siempre la medida protectora es más importante.

Los cuidados, en cambio, son un puente hacia las cosas.

La seguridad supone la capacidad del control. El cuidado asume que lidiamos con un fondo impredecible.

El cuidado sabe qué cuida, porque el centro está en lo cuidado, no en elcuidado. La seguridad cuida la virtualidad, por eso se corresponde con el miedo total: no miedo a perder tal o cual cosa, sino el miedo puro.

Tuesday, May 05, 2009

Reseña de Bizarra, de Rafael Spregelburd (Ed Entropía)

Bizarra tragedia argentina, gracias a Dios…
Colosal e hilarante libro de la obra de teatro homónima, sus quinientas páginas nunca se hacen pesadas, al contrario, logra el enganche de la telenovela –género que toma, tritura y recién ahí copia con una libertad desaforada y delirante. La trama de este culebrón sobre las clases sociales es un tejido de accidentes y peripecias, divertidísimo y ligero pero no light porque el texto trabaja en muchos planos (de dimensión de la experiencia, de referencias culturales, de sentido y de lenguaje) a la vez, como si Spregelburd hubiera encontrado y puesto a trabajar, con una velocidad de mil megas, los sobreentendidos no dichos de su época. Situada en la crisis de 2001, esta obra, que es como una eyaculación imaginativa continua de meses, muestra que la catástrofe también puede conducir a potencia y a indeterminación creativa.
Resulta que la rubia de Abba de pronto recupera la memoria, es argentina y decide buscar a las dos mellizas que abandonó porque nacieron una noche de eclipse solar. Con un tono de trapisondas (como una Conjura de los necios descontrolada), el relato está repleto de personajes y acontecimientos dementes pero acaso verosímiles en la Argentina inmediatamente post-menemista donde cualquier cosa se cruza con cualquier cosa, todo es cotidianamente amenazado de reestructuración y son excepcionales otras reglas y valores que los monetarios.
Un poderoso empresario de la carne, por ejemplo, de noche es el Señor del Dans (quiere coreografiar un libro de Bucay) y se enamora de un agente del Mossad travestido; un obrero bolchevista full time arma pareja con una artista conceptual, y una marchand de arte, gozosa y de ingenio sin escrúpulos, con un ex taxista sumido en los mares de la depresión; unas monjas, ansiosas de un advenimiento de Satán que las haga útiles, se alían con una manzanera en una villa de Merlo; un comisario desesperado por conseguir más de un perfume hecho por una chica sin sentido del olfato, cuyo ingrediente secreto es un porro palestino que produce “un estado místico-enzimático” inigualable.
Con algo de una Esperando la carroza laisequiana, es una de esas obras que hacen sentir la certeza de que existe un modo de ser propiamente argentino, lo argentino -sin rasgar, claro está, su condición indefinible.
Las dos mascaritas, tragedia y comedia, recorren Bizarra de punta a punta: sufriendo la catástrofe argentina, Spregelburd creó con procedimientos netamente vitalistas y festivos, exuberantes. El dolor legitima la disposición a la carcajada. Y el humor en la escritura es una inocencia, fuente de desprejuicio y lucidez para captar el modo –tan extraño- en que son las cosas.
Publicado en Rolling Stone de abril 09

Monday, April 06, 2009

Taller: Pensar en fluidez

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Se nombra nuestra época de distintas formas: de la información, de la fluidez, capitalismo posindustrial o semiótico, modernidad líquida, sociedad del riesgo, etcétera. Motes aparte, cada día -sea en el trabajo o en el amor, en la crianza de un hijo o en la militancia, viendo fútbol o en paseos callejeros-, se nos presenta la insistente necesidad de pensar figuras para habitar lo que pasa.
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Leeremos a pensadores de nuestra época, como Lewkowicz, Bifo, Bauman o Boltanski & Chiapello. Pero nuestra época no es del todo conocida ni entendida, y leerla requiere herramientas -nuevas o usadas, necesariamente actuales. Algunas las tomaremos de los libros, otras las forjaremos en el taller.
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Este taller no es para leer escritores y conocer su teoría, más bien tomaremos a los escritores como lectores de situaciones. No buscamos ser estudiantes de autores sino lectores de lectores que leen situaciones, y que al leerlas producen nociones para intervenir en ellas.
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Empieza este miércoles 8 de abril, a las 21.15 en la Plata 303.
Coordinan Pablo Húpert y Agustín J Valle.

Pola Oloixarac - Reseña y entrevista

Reseña de Las teorías salvajes, publicada en Rolling Stone.

Entrevista a Pola.

Tuesday, March 10, 2009

Ensayos en Vivo - Dom 15-3

Queridos co-asfaltenses:

Los dados cruzaron el horizonte y no vemos qué salió, chau. A esta altura, del todo no estamos seguros de a qué los estamos invitando; pero qué belleza es la confianza -eso sí ofrecemos.

Ariel Pennisi ofrece viajar a un lugar rico donde hay plaga de comienzos de ensayos.

Fernando Aíta apuntará rasgos de la circulación social de la sangre -alguien tenía que hacerlo.

Andrés Pezzola nos dará a elegir entre imágenes de la guerra (¡el que no sea homo sapiens sapiens que lance la primera piedra!)

Y el ángel Suárez bajará con su guitarra de los cielos, a esta tierra que si tuviera oídos dejaría de girar para escucharlo.


La voluntad es siempre el efecto de otra cosa, pero es lo que tenemos. El objetivo de mínima es una máxima: vení, querido querida, vamos a perdernos juntos.

Domingo 15.
20hs, alimentos (la masa vincular).
21hs la cosa acuosa.
CC (¿Casa Creadora? ¿Círculo Cariñoso?) Pachamama: Psje Argañaraz 22 (e/Israel y Lavalleja)
Plata solo para la sangre de Cristo (ese exitosito). Por una humanidad reciclable. Ensayos en Vivo, duodécima juntada.

Sunday, March 01, 2009

La dialéctica se la come

G. estaba tendido en la cama de hospital de la habitación de hospital. Esperando a un rato del alta tras una cirujía no vital. Y entró un tipo alto, sesentón, sonriendo. Sonrisa de cejas muy enarcadas, lejos de los ojos, sonrisa de complicidad, como si hubiera, entre él y G., cosas dadas por sentadas. Era un cura, y aunque las palabras cura y hospital son íntimas, G. no entendía la presencia del religioso, ni su garbo exultante con el que parecía querer festejar con él su mutuo encuentro. Parecía un actor de Hollywood actuando de cura. Pillo, sonreía como un perro tonto y no decía nada; G. tuvo que darle el habla:

- ¿Sí?
- ¿Sos católico?
- No.
- ¿Qué sos? –dijo sin soltar la sonrisa.
- Ateo.
- Bueno, si querés conocer en qué consiste la fe cristiana, y en qué no consiste, preguntá acá por el capellán.

Y comenzó el retorno hacia la puerta sin dejar de sonreírle, actuando aguda fraternidad. Pero cuando la alcanzaba, G. se sumó al generoso impulso por compartir lo que se tiene:

- Oiga, jefe, si usted luego quiere conocer un poco más acerca del ateísmo, también avise.

Y el cura tenía ya su cuerpo tras la puerta pero antes de terminar de cerrarla metió la cabeza y mandó:

“Ojo con la dialéctica, porque la dialéctica siempre al final se come al dialéctico”. Y se fue.


“Pero claro –comentó luego, al respecto, Mr. Pez-, los tipos la tienen muy clara en dialéctica. Pensá además, imaginate, desde la adolescencia deciden renunciar al sexo, y se la pasan hablando! Toda la intensidad de los vínculos pasa por ahí, entonces le dan y le dan a la dialéctica.”

“Claro –comentó sobre el comentario el caballero Suárez-, con los putos muchas veces es igual: tardan varios años más en tener actividad sexual, y en ese tiempo de ensimismamiento energético se hacen re inteligentes”

“Ajá. Mirá: esa analogía entre curas y putos es como si dijéramos un razonamiento de género blogger”.

En el arte hay mucho de la mierda

“…. Claro, man, porque hay mucho en el arte que tiene que ver con la mierda, ¿no?, con la caca de cuando sos chico. Si es cierto que hay algo en la pulsión artística que tiene que ver con la búsqueda de aquella gratificación que encarnó para nosotros el modelo de gratificación (específicamente gratificación mediante la manipulación desreglada de materia), y si tenemos en cuenta que el asco por la mierda se instala en un momento del crecimiento sepultando la relación de inocente juego de los chiquitos con su materia fecal, entonces, pues, en cierto punto en cada búsqueda plástica el modelo es la mierda.”

Sunday, February 08, 2009

Reseña de La novela luminosa, de Mario Levrero (Mondadori)





Toda esta reseña podría ser sucesión de elogios para el extraordinario y sanísimo libro póstumo del gran escritor uruguayo muerto en 2004. Tiene dos partes: La novela luminosa propiamente dicha, antecedida por el Diario de la beca, en referencia al dinero que la fundación Guggenheim dio al autor para que terminara aquella obra, comenzada dieciséis años antes. El diario dura un año y se morfa cuatrocientas cincuenta páginas; la luminosa, cien. En suma, es increíble. Su punto de partida es una apuesta, que es una pregunta, que es en un punto la ambición básica del arte: ¿pueden reponerse las experiencias epifánicas? ¿Puede reconstruirse aquel efecto trascendente de algunas situaciones, acontecimientos, relámpagos divinos que sockean la "existencia gris", cuando ese efecto se caracteriza precisamente por bastar su presencia para dejar clara su excepcionalidad?
Querer transmitir lo inefable: heroico esfuerzo de la parte más sana del alma, por compartir lo más especial que la vida le ha dado. Es un objetivo altísimo que se pone el autor, pero desde las antípodas del narcisismo: asume que uno nunca se conoce del todo, que uno no sabe cuánto puede y, ergo, hay que probar.


El libro tiene también “prefacio histórico” y epílogo, que agregan a la obra el testimonio del autor sobre la empresa creadora. Decía Jean-Luc Godard que todo el cine es documental, que cualquier escena de ficción registra la maravilla de un tipo haciendo de actor. Aquí, el libro es propiamente un experimento, y el modo en que el cuerpo es puesto en juego por el dispositivo de creación es también la obra.

Pero este es un experimento que no puede descansar en el ensayo y error cuantas veces quiera. En el primer mes del diario (que tiene sesenta páginas, dos por día, lo cual habla del gran trabajo de corrección declarado en el prefacio), el autor cuenta que le sacan fotos porque él quiere ver cómo le queda una barba crecida por pura desidia. Lo que encuentra, sin embargo, es que tiene todo el aspecto de ser “un viejo en las últimas”. A Levrero –pseudónimo de Mario Varlotta- le quedaban las últimas balas y no quiere dejar ninguna sin tirar; manda, en el descuento, al arquero a cabecear.


No es un libro para divertirse. Es muy entretenido, hermoso, y sumergirse en él es salir más grande, pero atravesando una textura a veces insoportable. Porque el camino de búsqueda de lo luminoso está adoquinado con todos los padecimientos, dificultades y rollos del autor, aunque escrito con elegancia, con la cristalinidad ya mostrada en el sublime El discurso vacío. Es conmovedor leer la punza amorosa con la que el tipo se escarba los nervios, el aguante con el que se investiga (que lo emparenta con el genio de Macedonio Fernández); lo odiás y lo amás. Sus trabas mentales de todo tipo, su dificultad crónica para levantarse temprano (“al menos al mediodía”), su adicción a la computadora (juego solitarios y pornografía), su minuciosa hipocondría, sus titubeos con la alimentación (le reconoce tanta importancia como Nietzsche), su extraño vínculo con la dama Chl, cosas así son las gestiones conflictivas cotidianas que dan cariz novelesco al diario. Lejos del modelo de escritor profesional, Levrero es un excéntrico, lo que se dice un personaje, por eso es pertinente para el género –parcialmente- autobiográfico.
Literatura y vida no pueden separarse en su mundo, una cosa moviliza inmediatamente la otra. La escritura es propiamente una operación de y para el cuerpo; de allí que La novela luminosa sea un gran tratado de salud, la epopeya de una conciencia que, conciente de la determinación que tienen en la vida tanto lo inconsciente como lo externo, explora milimétricamente cómo puede mejorarse, potenciarse, darse libertad.



[Publicada en Rolling Stone de enero]

Reseña de Madrid, de Daniel Krupa (ed Santiago Arcos).


En esta nouvelle al cuerpo le pasa de todo, pero como está contada en general con tono suave, con cierta distancia narrativa protectora, disimula los sobresaltos y permite que desfilen como si tal cosa eventos corporales no menos que tremendos. Es como si Krupa tomara de lo intolerable de las imágenes la sustancia que permite narrarlas –y leerlas- sin deshacerse psíquicamente. O como si la voz batuta del relato estuviera bajo efecto de alguna de las pastillas de droga psiquiátrica que Madrid, el protagonista, empieza a tomar encerrado en el manicomio provincial, donde permanece un par de meses, suficientes para incendiar un ombú y arrojar a una gorda que apoda Hereford contra un ventanal (“...zamarreándola como si las venas de sus brazos fueran cables de luz en pleno cortocircuito...”). Sale cuando su suegra le levanta la denuncia -en absoluto falsa sino porque lo perdona- por haber copulado con su hija recién muerta, o, si se prefiere, con el cadáver de su hija (mujer de él), acontecimiento sexual ilícito con que abre la novela (punto en que se toca con Era el cielo, se Sergio Bizzio).
¿Cuándo el cuerpo deja de ser propiedad de la especie para comenzar a desagregarse sus partes en un retorno al todo físico del cosmos? Sobre ese borde en que la materia orgánica de la que estamos hechos deja de estar organizada por “lo humano”, trabaja esta novela, chisporroteada por humor sardónico y apoltronado: cuenta con calma su historia de trasfondo desesperado.
También el rock aparece fatídicamente, desde el cristal que ve pérdida y muerte agazapada por doquier (cristal con una sola fisura en la figura mágica de una mujer embarazada): la muerta cogida tiene a Kurt Cobain en la remera; el necrófilo, en brillante escena, cuando es apurado por la policía se arroja por la ventana; luego sueña que está con ella en un recital de estadio y no puede evitar que muera asfixiada bajo el plástico que protege al pasto.
Aquella distancia de la narración (en parte afín a Ida, última novela de su congénere Oliverio Coelho) es la propia del relato de un personaje en el que, cuando empieza la historia, la catástrofe ya sucedió. Luego, cuando encuentra que le surgen mínimos entusiasmos creativos, los contempla con la misma extrañeza que el exabrupto necrofílico, como si el deseo en general gozara independencia del sujeto.
[Publicada en Rolling Stone de enero]

Saturday, January 24, 2009

Decime qué tengo que hacer

Miraba el Superclásico disputado en Mar del Plata a cancha llena (aunque la verdad no sé si estaba completa la tribuna riverplatense, pues la cámara mucho no la enfocaba: siempre encontraba cosas más atractivas). Y cuando, promediando el primer tiempo nos expulsaran a Battaglia y minutos después River marcó el uno a cero, la vi negra y decidí que, luego de la derrota que se cernía en el horizonte xeneise, escribiría algunas notas sobre el desnudo protagonizado en 2008 por el Club Atlético River Plate. La derrota hubiera sido un buen momento para que algunos señalamientos que me venían pareciendo necesarios fueran reconocidos en su justicia y no confundidos con mera intención de mofa. Justicia, la de asumir el peso histórico de las cosas que presenciamos, justicia de enunciar los movimientos reales para no ser pasivos espectadores sino reales contemporáneos de nosotros mismos. Pero no pudo ser: con uno más, River no aguantó el uno a cero, ni el uno a uno, y terminó perdiendo.
Nadie es tan sí mismo como River es tan River. Pobres sujetos presas de su propia esencia: vemos en los jugadores algunos intentos vanos de diferenciarse de su definición ontológica, pero se impone su naturaleza a flor de piel.
El efecto de los colores azul y oro, sobre los hombres que los visten, es de engrandecimiento puro, por eso Jesús Dátolo los besa como a la madre que da la vida. Cuando marcó el primer gol anoche, salió corriendo a toda velocidad a la tribuna, la cámara lo tomaba alejándose, la camiseta flameando en la espalda, hacia la tribuna enfervorecida, saltando la publicidad hacia esa gran masa bulliente que parece un monstruo de vida propia, como si el festejo sólo adquiriera plena realidad frente a ese enorme agregado impersonal rebosante de color, frente a la fuente de ese grito divino, frente a ese espíritu hecho carne en la multitud, al que el jugador -el ídolo-, según mostró su carrera consagratoria, es devoto.
Pero yo quería hablar de River. Lo cierto es que en las últimas semanas (en verdad sobre todo en los últimos días de 2008) vengo viendo remeras gallinas en la vía pública como nunca antes. Nunca mi Buenos Aires vistió tantas camisetas blancas con una franja roja diagonal de hombro a cadera. Caminando por la vereda, esperando el colectivo, dentro de un auto en marcha, gallinas, gallinitas, tristes, con semblante gris de ocupación mental mascullante. Grisura que, concedo, puede tener que ver tanto con la amargura sustancial coincidente con lo ancho del mundo rivereño como con el malhumor bastante democráticamente repartido en la cotidianeidad urbana. De todos modos, cuando digo que nunca como ahora hubo tanta presencia de remeras de river no debe interpretarse que el resultado total sea una presencia constante, ni mucho menos. Son sólo más que nunca. Cumplen el rito sacrificial futbolístico de refirmar presencia en la entidad a la que se pertenece cuando ella más dolorosamente pesa sobre nosotros. Lo que se ve en la calle es, pues, la fuerza de reacción gallina. Y la verdad sea dicha: vinieron todos, que pocos son. El grito de perseverancia frente a una desgracia mide bastante bien la vitalidad que hay en esa modalidad del ser. Tanto Racing como Huracán mostraron una reacción mucho más consistente y bochinchera en sus respectivas penurias.
Este año 2008, River fue más River que nunca (y por ahora 2009 prolonga el camino). Del peor desempeño de su historia en un torneo local sólo importa la manera en que se dio: con una rotunda debilidad anímica de sus jugadores y público. Frente a este fracaso en la competencia –fueron los más perdedores, los menos ganadores-, algunos gallinas, los pocos que aguantan unos minutos defendiendo su honor sin protestar contra la “porquería que es River”, recuerdan, como antídoto, el hecho de que en la primera mitad del año salieron campeones. La derrota histórica, entonces, se compensaría con esa gloria alcanzada apenas antes. Pero es ahí, en la victoria, en cómo habitaron el camino ascendente hasta la cima, donde más se vio la naturaleza blanquirroja. En ese torneo en que salieron campeones, su volante central protestó porque la hinchada de river no alentaba en las malas como la de Boca, a la que él y sus compañeros habían sufrido repetidas veces (y a ese muchacho, según me dicen, el plantel acaba de elegirlo capitán, será que bien los representa). Después, Juan Pablo Carrizo, el jugador de mayor carácter dentro del plantel y acaso en potencia el mejor arquero argentino desde Hugo Gatti, dijo que él no jugaba por los colores, que estaba trabajando nomás, que más que un apasionado era un profesional. Y, en correspondencia, no sólo los jugadores empezaron a no saber bien qué mierda hacer con el hecho de ser gallinas, sino que el propio público del equipo en vías de ser campeón, en una movida que necesariamente es panificada y no presa momentánea de emociones incontrolables, arrojó maíz al campo de juego.
Pero la desnudez, la floración de su naturaleza ontológica en estado puro, continuó. Después de salir últimos en el torneo, contrataron un nuevo técnico, Néstor Gorosito (dicen que Ramón Díaz, “ídolo riverplatense”, pidió demasiada plata, ja!). En plan de generar nuevos bríos de reconstrucción, lo que el Pipo consideró más conveniente fue decir que si efectivamente le traen al Ogro Fabiani, desde Newells, el delantero “puede llegar a ser como el Mellizo”. No sólo no tienen presente, no tienen referencias propias siquiera a las cuales asirse. Por eso comparan con el astro boquense nacido en Gimnasia de La Plata, Guillermo Barros Schelotto, cuya persistente idolatría quién sabe cuánto debe a su efectivamente hermoso desempeño en la cancha y cuánto está signada por su buena relación con la mafiosa barra brava y la dirigencia macrista. Porque, digámoslo, aunque apilando triunfos y también mucha cátedra de buen fútbol, Boca tuvo una última docena de años complicada, marcada por el devenir macrista de su destino. Empero, como se ha señalado, boca tiene una resistencia que ni qué, mayor que la de la propia Ciudad de Buenos Aires. Acaso la muerte de nuestro presidente Pompilio, parece que a causa de un viagrazo entre las piernas de una tal Jesica Cirio, hable de lo pronto que retorna el espíritu festivo y jolgorioso después del canalla, higienista y anti mitológico eficientismo macrista. Boca resiste períodos anti-bosteros porque en realidad alberga todas las tendencias sociales en su seno y nunca nada puede alterar su esencia. Boca es algo que se da por sentado. Ni hace falta sacar remeras al son de eventos del mero calendario deportivo; se visten las remeras siempre como festejo de sí mismas. A Boca jamás podría hacer falta defenderlo, porque Boca es todo, es fiesta incluso en la derrota (como quedó claro en el larguísimo período de sequía entre el Maradona del 81 y el Bianchi del 98), y, además, todo el resto, en el fondo define sus coordenadas de existencia en relación con Boca. El resto de los equipos debería estar orgulloso de ser argentinos, precisamente de ser compatriotas de Boca, porque eso significa que, desde su lugar, participan de Boca. Y los argentinos, todos, podríamos tener un gesto magno de confraternidad y lástima redentora: ofrezcamos una amnistía para gallinas.

Thursday, January 08, 2009

El llanto y el órgano del liderazgo


Leo un texto de Lewkowicz, elegido al azar. Copipasteo aquí dos frasecitas que en el original no son consecutivas pero sí cercanas:

“Una época, una sociedad, no se define por las tendencias que la condicionan. Por el contrario, se define por las estrategias que adopta ante las tendencias. (Someterse integralmente a las tendencias, aunque quizá la más pobre, es también una estrategia).”

“El curso efectivo de los acontecimientos está condicionado por las tendencias pero determinado por las estrategias para aprovechar, desviar, resistir o multiplicar los efectos de las tendencias.”

Y después habla de que el líder -es decir, la posición que empuja al curso efectivo de los acontecimientos articulando su deseo con sus condiciones-, depende de la capacidad de diagnosticar la situación, inventariar recursos, trazar una meta e inventar técnicas de realización.
Esta lectura me evocó una imagen y una sensación. La imagen de Ignacio, hablando, lento y sereno pero poseído por el peso de la verdad de sus palabras –es decir el peso de su efectividad-, hablando admirado por los hallazgos que salen cristalinamente de su boca aunque al mismo tiempo le resulta obvio y natural ser él el emisor, como a sabiendas de que lo obvio y natural podría no suceder. Y la sensación, la sensación que me produjo esa pequeña lectura junto con la imagen de Ignacio hablando, entre la mesa y el pizarrón de la habitación principal del estudio, la sensación evocada es una sensación de poder.
Porque el liderazgo, ese liderazgo del que habla el texto hasta donde leí, no es solamente una posición individualmente ocupable. El liderazgo es una operación. Es el punto de diagnóstico, inventario, plan y proyección. Por eso muchas veces las instancias líderes de la vida son las amistades: los amigos te ayudan a verte. (Por eso también los genios te ponen a la altura de tus deseos, como
dice Federico, porque te iluminan un objetivo y sus condiciones de factibilidad).
Una vida que puede pensarse, que puede darse un diagnóstico de situación, contar sus recursos, proponerse un camino, o mejor, un sentido: una vida con operación de liderazgo. Es la lucidez, es ver qué pasa y qué puede pasar. Lucidez apropiacionista porque nada más se acerca a ser dueño de una situación que poder intervenir efectivamente en ella. Lucidez libertaria porque ilumina los resquicios donde podemos inventarnos, inventarnos fundados en nosotros; lucidez libertaria porque, en primera, muestra las sujeciones. Lucidez fecunda porque desamarra la fantasía de la percepción limitada del presente. ¡Lucidez es poder! Y sensación de poder.
Cuánta nostalgia de la sensación de poder. Esa sensación de poder. Pero si una sensación provoca nostalgia (no una persona o un momento, una sensación), si se la siente, aunque se la sienta como perdida, como extrañándola, es porque se la comprende, es decir, porque se la contiene.
Lo que me llevó –creo, porque después de que me pasaron todas estas cosas, me decidí a escribir y una vez haciéndolo empiezan a pasar otras nuevas y todo se entremezcla-, a una antigua, creo, pregunta: ¿es que acaso sirve el dolor? Ya no meramente como alerta, sino el dolor como presencia corrida de la virtud, como presencia desenfocada, tal vez, de la virtud. El dolor como presencia en minoría de una virtud que clama por fortalecerse. Tal vez, pues, sí cierta alerta (“clama”); pero no, porque no se trata del aviso de que algo anda mal. Se trata de una presencia de la virtud suficiente como para poder concebir un dominio más pleno de la virtud.
El balón es tu amigo, hacete amigo del dolor. El dolor es tu amigo. Esto va en contra de lo que hace años intento pensar: que todo esquema donde alguien se convence de que debe sufrir es un esquema perverso. Pero podría ser que la retención de un recuerdo doloroso sirva para un destilado presente y futurista –excreta futuro- del valor vivo que por perdido duele. Me duele, en este caso, el órgano del liderazgo.

Y sin embargo, todavía no llego a lo que quería escribir. (Aprovecho el intermezzo para apuntar que recién noto que la frase entre paréntesis del texto lewkowicziano transcrito dialoga, asemejándose aunque acaso discutiendo, con
esta pequeña nota, que dicho sea de paso es parte del texto que esta noche iba corregir hasta que se interpusieron los devaneos webísticos que derivaron en la lectura que derivó en esta escritura).

Ah, lo que quería escribir. En algún momento pensé que este blog debería llamarse, o tener como lema la frase “Había algo más”. Es muy común que –también- en la escritura avance como gran sombra un dolor por la idea que pasó y solo rastro –es decir sensación- dejó.

Pero ahora voy a intentarlo, y para hacerlo no me queda otra que profundizar este género horrible que es el de la confesión blogger. O sencillamente autobiografía online, aunque por algún motivo contar cosas de la propia vida, cualesquiera, suele ser catalogado en el orden de lo confesional. Lo cual es interesante porque confesar puede ser definido como decir lo que otros quieren que digas. Entonces, tendríamos que en esta onda “confesional”, lo que se supone es la materia más personal, más propia, más singular de mi querido e irrepetible pedazo de yo en el mundo, resulta ser materia que responde sin rozamiento al impulso de los otros, de la racionalidad ambiente conformada por “lo otro” (demasiadas comillas). Triste ver cómo toda la rareza que puede haber en una vida se entrega al mandato, repetido masivamente en serie, de ser, tener, mostrar una vida llena de distintivos. El contenido singular de una vida subordinado a la operación obvia y repitente de ser Alguien... En fin.
En fin. Una crítica que se sustrae higiénicamente de aquello criticado es pura diatriba moral, dice Sztulwark. Así que aquí están siendo criticados segmentos de la lógica que nos constituye incluso en nuestra misma posibilidad de criticar. Al menos lo consigno.

En fin: la sensación de poder, la lucidez para diagnosticar una situación, un problema, sus obstáculos, los recursos, los aliados, las posibilidades, los deseos, las vidas que pueden abrirse paso entre la vida, la sensación de poder. La nostalgia por el territorio, tan pero tan pero tan vivo, el territorio donde esa sensación era vigencia pura, emanación pura y efectividad pura, porque se imponía contra su previa ausencia. Ahora muerto, ese territorio, pero vivo, sin embargo, el órgano correspondiente a esa sensación operativa. Vivo con un vivir que es un doler; un estar al fin y, como en general lo que está, dueño de una riquísima eventualidad, potencialidad. Al fin, en fin: esa lectura me evocaba esa imagen y esa sensación. Fuertemente. Traccionante, envolviente, progresivamente. Quise llorar. Dije, ya que estamos en el baile, bailemos, recordemos más y suframos más y lloremos lo que haiga que llorar.
Pero, me dije, me percaté, ayer ya lloré. Por otra cosa, claramente, que igual de claramente no viene al caso, de hecho ya demasiado es que consigne mi llanto solitario, manchándolo de una puesta en serie con otros miles de llantos solitarios sustraídos, en relatos webs, del pudor. Ayer ya lloré y no se puede llorar todos los días, che. O mejor: no es preciso llorar todos los días. ¿Es que acaso hace falta verter lágrimas para constatar que los sentimientos se están sintiendo de verdad, para poder marcar en el derrotero de los días un suceso emocional?
Me preocupé, y esto es lo que quería escribir. Creo que es tan raro todo que no sería imposible llegar a reducir al llanto las escenas posibles de afectación triste –reducirlas al llano. Cuando digo que tan raro es todo me refiero básicamente a dos grandes campos de realidades. Por un lado, la inconmensurabilidad de las cosas que nos afectan y la consiguiente confusión que eso suscita (variable pero casi permanente certeza de confusión). Y por otro, al destino de insensibilización sobre los cuerpos en la era de Abu Graib y de los niños que compiten por quién se hace manar más sangre de la palma de la mano con su lápiz escolar. Sólo confiar en las lágrimas es posible si se ha desacreditado el emocionario. Sería una degradación de la capacidad de sentir. Una radical mutilación de los filamentos del sentir, de la complejidad de los modos posibles de sufrir. Hay que poder confiar en el dolor, es decir, extraer de él información, aún sin la clarificación del llanto. En fin.