Monday, February 10, 2020

El descanso como objetivo ordenador

¿Y si dormir es lo más importante? No descansar como medio para poder producir o realizar otras actividades, sino dormir, con su intensa productividad onírica por supuesto, como objetivo de la vida más preciado. Nada sencillo objetivo por otra parte; escuché poca gente, en los últimos años, decir que duerme bárbaro en general. Ah, qué maravilloso ese momento en que logramos sentir que se baja en nosotros la guardia, la vigilancia, y vamos entrando en otro estado, el sueño, regido por algo nuestro que no es yo. Raramente percibimos el momento en que estamos durmiéndonos; como si no fuéramos nosotros los que nos dormimos como acto, sino algo que nos pasa.
El descanso reparatorio es necesario para poder hacer bien las cosas: tal el sentido común históricamente dominante. Algunos se rebelan contra el sueño como necesidad, chillando que dormirán cuando estén muertos y demás -el capitalismo mediático-farmacológico va en esa dirección-. Pero es contra la mediatización del descanso -su concepción como medio para otra cosa- que conviene rebelarse. El sueño, el descanso, perfectamente pueden concebirse como un delicadísimo objetivo, aspiración y deseo máximo. Y esto resulta un ordenador de la vida, porque es preciso cultivar el buen sueño, elaborarlo. Es necesario cansarse, y bien cansarse, para producir el buen descanso. No es que, por ejemplo, si le dedicáramos todo el tiempo a estar en la cama, obtendríamos un descanso estupendo. No no. Podemos estropear nuestro sueño por exceso de quietud y de desidia, así como por exceso de actividades y esfuerzos. Ojalá pudiéramos regular nuestros esfuerzos y haceres vigílicos en función de llegar al lecho con la cantidad y calidad de cansancio justos para el frágil y sublime placer del buen descanso.