Thursday, March 12, 2020

Todo está en todas partes - Omnipresencia, ¿patrimonio divino?

[Abajo se ve la fecha de hechura de este texto, que la cuarentena coronavirósica me hizo recordar¨] 

Omnipresencia: ¿patrimonio divino?
    -- (Advertencia al lector:
en esta nota no se encontrará con el desarrollo de tema alguno. Más bien, constituye el recorrido arbitrario y fortuito que se desprendió de la visión de una imagen problemática. Es decir, se expone aquí el resultado escrito de un camino de pensamiento que, al comenzar a andar, desconocía su destino.)


A ver, partamos de una imagen contemporánea bien visible (al que algo quiera ver). Hoy, un tipo puede vivir sin salir de su casa. Esto entraña casi ningún contacto físico directo con otros bichos humanos. No cual enfermo, ni cual atendido: amar y trabajar, todo el paquete. Todo gracias -por supuesto- a nuestro Gran Dios de la Internet y su fiel (u ocasional) compinche, el San Delivery.
Puesto que desde su Pérsonal Compiuter, nuestro Mengano puede: buscar trabajo; capacitarse laboralmente; trabajar; estudiar (incluyendo inscripción a universidades y demás); hacer las compras de la casa; hacer amigos; practicar desenfrenadamente el ocio, vía películas, pornografía, música, juegos, etc.; expandir sus horizontes culturales; enamorarse, e incluso tener relaciones sexuales mediante los nuevos chiches del mercado; puede también pagar sus impuestos;.... todos los contactos son posibles en la Web.
Es increíble que las gentes hayan creado las condiciones que posibiliten que la vida humana sea físicamente aislada. La foto de época recuerda a otro invento fascinante, homólogo: la cárcel. La misma idea está puesta en juego: a un cuerpo viviente, una parcela terrenal. La foto es también lo opuesto a la cárcel: mientras que en ésta los cuerpos devienen objeto recluido y mantenido por otros, el sujeto que vive en su internet-casa-delivery, organiza sus condiciones de existencia. Por estos dos pilares, la red y el delivery, llegamos a un par de datos axiomáticos conocido del mundo actual: su fragmentación y su movimiento constante.
No hay que dejarse tentar por los vicios ideológicos: esa existencia no es magra, ni disminuida; es una vida humana articulada, con sus variaciones de intensidad, sus encrucijadas, sus decisiones, problemas, logros, etc1. Y todo esto, desde un solo lugar. Se expele la pregunta2 ¿cómo es esto posible? ¿Cómo puede la vida humana ser totalmente aislada y totalmente en contacto al mismo tiempo? Se impone la respuesta lógico-necesaria: desde un lugar, se accede a cualquiera. Todo punto choca con la totalidad de los otros puntos. Todos son limítrofes entre sí. Todo está en todas partes. ¡Desexistidos los lugares!, dijo lo real.
Reincido en el deporte de cuestionar: ¿cómo es imaginable un tablero así, con cada casillero siendo limítrofe de todos los demás? Para empezar, la rigidez material se evapora. (Esto, lo dicta el instinto visual e intelectual: respecto del sólido punto de partida, el primer paso hacia la multilimitrofeidad absoluta, es el movimiento de los casilleros).
Una vez imperante el movimiento (y la tridimensionalidad, o porqué no, multidimensionalidad), sucede necesariamente esto: con un observador-parámetro abstracto imaginario, la velocidad de movimiento de cada casillero es tan elevada como para que el segmento de tiempo en que entra en contacto con cada uno de los demás, tienda a cero. Dicho de otro modo: en un momento, se está en todos lados.
Corolario: la velocidad total destituye los lugares.
Esto es posible, no es un juego expresivo. (El 26-4-03, esto era jeronimear.)
1Otro punto es el de qué organización de la materia humana suponen los dispositivos informáticos.
Un punto de partida, una vez llegado el nivel de envergadura en la relación con las máquinas y la red, puede ser una especie de objetividad instituida. Intentaré una explicación, al menos somera. Los estímulos se presentan en multiplicidad de registros; el cuerpo deviene mapa de lugares enchufables. No hay instituciones que delineen la figura subjetiva, sino un entramado de máquinas y estímulos constantes que forjan una suerte de posición mental-corporal compatible con ellos. Y esto sólo para ir creando mediante torsiones de conceptos que ya conocemos; quizá “objetividad instituida” sea demasiado; quizá en rigor sea más preciso decir lo que de hecho le pasa a la carne humana. Pues no es una disposición instituida, no hay estrategia; su configuración es aleatoria.
Las nuevas dimensiones ofrecen, como es de esperar, opciones distintas: disponerse como la pura extensión de la compu y de la web; o bien disponer uno de las posibilidades allí contenidas en potencia. Ya lo hemos aprendido con la tele: nada en sí mismo estupidiza ni hace pensar, siempre se debe esperar el posicionamiento y la fuerza de la voluntad.
2También se desprende una conlusión. La posibilidad de existir humanamente en contacto mediado con cualquier otro punto, decreta la abolición de la sociedad. El desarrollo laboral desde internet, le quita al trabajo su carácter socializante. Los hombres ya no harán comunidad desde el trabajo. La cartografía social se desfonda, emergiendo una multitud de partículas interconectables (interconectables, que se pueden conectar).
Al pensar en qué cosas obligarían a alguien a salir de su casa, lo primero que imaginé fue el acto electoral del estado (téngase en cuenta el contexto del acto de imaginación, Buenos Aires a días de las elecciones indecisas). Uno debe ir a votar. O mejor, todos debemos ir. Un ente -el estado- interpela al conjunto, y con ese interpelar, hace al conjunto. Aquello que interpela a todos es el punto en común, el punto que asegura una comunicabilidad dada entre todos. Por eso es el estado el que constituye el lazo social.
Pero bien sabemos que la obligación del voto es meramente formal. De rigor, no hay pena, y por lo tanto, no hay infracción. Esto es solo un ejemplo del desvanecimiento del estado en su rol integrador.
Desaparecida la efectividad de los mecanismos de interpelar/generar a un todos, ese todos, la sociedad, deja de existir. La existencia en la era Bill Gates es de cada uno. Las existencias colectivas, son contingentemente forjables. (Por lo tanto, de seguro serán experiencias de subjetivación.)