1. El trabajo del enano
Publicado en Nacion Apache
El enano parado junto a Robbie Williams tiene la misma musculosa negra, el mismo jean, la misma cara y mira igual. Le llegará hasta poco más que las rodillas, pero la verdad es que fuera de eso es su doble exacto.
Quién sabe el enano no sea un truco de computadoras (como Messi). Pero también podría ser un tipo que se dio cuenta de que si se disfrazaba de Robbie, realmente se le parecía. Me lo imagino estrenando su hallazgo con sus amigos: “yo soy Robbie, loco; somos iguales, sacando la estatura”. En ese pensamiento sobre sí no sería un enano: a pura afirmación, relega a un plano muy segundo un rasgo que de por sí -es decir por una asentadísima costumbre social- se presenta como primordial y organiza la subjetividad. Sería un acto genial, o heroico.
Si viéramos mucho al enano, olvidaríamos a Robbie. Pero en absoluto porque sea mejor sino porque, de tan iguales que son, no habría nada que extrañar. Por el mismo motivo, olvidaremos al enano en lo que suena un ringtone.
Ahora, si bien el enano es admirable por lo que su ocurrencia demuestra como plasticidad subjetiva, es también una de esas personas que reciben plata por encarnar una figura bastardeada por su ser físico. No “apariencia física”; el cuerpo nunca es una apariencia. El petiso, decía, está en una propaganda en la que hace de petiso.
El cartel donde el enano está junto a Robbie dice “No aceptes imitaciones”. Esa frase declara el sentido de la escena. La enanez (porque no hay palabra, creo) del enano pasa a denunciar que todos sus otros atributos son nada más que una imitación; la enanez denuncia que el enano es un defecto respecto de lo que su imagen sería en su modelo ideal -y el modelo es Williams. Lo que era un gran triunfo subjetivo, es ahora del nivel de la truchada.
De ser así y no un truco de computadoras, el enano (y ya creo que corresponde llamarlo así) aprovechó un proceso de trabajo vital, íntimo, sobre sí consigo mismo y con los otros, para refuncionalizarlo como trabajo en el otro sentido, el malo, ese que es brindar la propia energía al designio ajeno, ese que como dice el refrán si fuera bueno se lo quedarían los burgueses, de nombre técnico alienación. Como un criterio circense de lo que vale para el mercado.
Pero el tercer actor, como siempre, somos nosotros, y es en esa relación definida entre Robbie y su enano donde debe filtrarse el motivo para sintonizar la emisión; ese motivo es un cúmulo de sentidos que están trabajando, que nos están trabajando. Es de MTV, la publicidad, y dentro de MTV, de MTV Awards.
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