Thursday, February 22, 2007

Los puntos

El agua me llega al ombligo y veo mis pies en detalle. También el fondo, manto arenoso ondulado (como un techo de zinc cuyas lomas y canaletas zigzaguean relajadas por el trópico). Distintas piedritas y pedazos de caracol se mueven en el lecho, delatando las corrientes.

Entre la superficie y el suelo marino hay una profusión de puntos brillantes. ¿Será sal esta miríada de puntos que parecen brillantina o purpurina plateada; serán pedacitos de caracol triturado en vías de hacerse arena? Es como una gigantesca red tridimensional de puntos muy cercanos entre sí, sumergida en la gran masa líquida que aplasta la costa. La red danza siguiendo las oleadas: su destino, el de cada punto, es solidario con el del agua que la contiene.

Son sólidos los puntos, eso seguro. En rigor, forman parte de la densidad del mar tomado como cuerpo. Las fuerzas que presionan el mar (el peso del aire, la dureza del suelo, los movimientos de sus habitantes permanentes y los visitantes, etcétera), encuentran una resistencia que incluye esa red de puntos misteriosos. Por eso, siguiendo en rigor, suplantar “el mar” por “el agua” incurre en empobrecimiento, reducción, pérdida, discriminación, ceguera, desidia, irresponsabilidad.

El brillo de estos puntos (se diría que iluminan) es el mismo brillo, apenas más lejano de la fuente de origen, que el molesto reflejo del sol en la superficie. Y tan chiquitos son estos puntos que la potencia de su propio brillo los oculta.

3 comments:

suavelatigodulcepalpito said...

que linda, que pura. te mando un abrazo.

Anonymous said...

Mhhhhh...parece Ruben daríoooo

Anonymous said...

Vivir una iluminación sin palabras es más fácil que contarla tan bien. Congratulations, Agustín,

Pablo Hupert