Hay cierta nostalgia paranoica sobre el libro. Los soportes de texto precedentes (sin cuyo éxito no hubiera sido deseable algo que los excediera), empero, no tienen fieles románticos. El libro, con su fácil reproducción y difusión y su mayor longevidad, no les dejó ni un recuerdito.
En esas dos cualidades internet y las placas informáticas lo superan, a su chance. Frente al chip y la pantalla, ahora del libro se festeja, en curioso temor profético, su tangibilidad; mucho menor (bidimensional y más homogénea), las vueltas de la vida, que la de sus antecesores pétreos.
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