Tuesday, September 20, 2011

Tablas

Bueno, el partido con Lanús empieza a hacerme acordar que una mentira que logra hacerse creer, puede terminar verificándose.

Orión es la gran buena noticia en Boca, por ahora. El regreso del Flaco Schiavi aporta como retador a sus compañeros de fila y pareciera dar cierta consistencia, con el respeto que impone su estampa y su famoso "buen uso del cuerpo". Otra buena de verdad es que los refuerzos del semestre pasado se adaptaron y juegan, Somoza y Rivero sobre todo; Ervitimejora y le creo cuando dice que todavía le falta; porque todavía vive mucho en el piso -quiero decir tirado. InclusoCaruzzo cuando entra esta más firme. Y bueno, Viatri es un buen jugador, que merece jugar en Boca, con esa picardía amante del placer multitudinal. Cvitanich tiene que defenderse porque tiene atrás al buen buscon Mouche. Todo bajo el enorme dato de que esperan sentados Erbes, Colazo y Chaves, tres jugadores que bien pueden ser titulares (y además Sánchez Miño y Araujo).

Pero: Román es frágil y en cualquier momento se lesiona. A Schiavi si lo encaran en velocidad parece un torero (de hecho San Martin de San Juan casi nos empata al final de esa manera; salvo Orión en acaso su mejor atajadaauriazul). Roncaglia puede pifiar, se desordena, y es un peligro (así casi nos empata Lanús apenas hicimos el primero); Insaurralde ni hablemos, toco madera.

Conclusión: en relación al panorama que había antes de empezar el torneo, podemos decir que hemos mejorado suficiente como para espantar el fantasma del descenso: seamos bien honestos. Para eso, Falcioni lo que hizo fue asegurarse una consistencia de equipo, ya no es una banda. Es un equipo con presencia y ganas. Con la remera de Boca, lo cual pesa mucho en los contrarios. Y así estamos, en siete fechas (nada más): primeros. Ojo, que River va segundo!

Saturday, September 03, 2011

Thomas y Dixon, Mason y Pynchon

"En realidad... lejos de ser un ogro o un trol, como le considera su hijo, Charles Mason es una persona nostálgica y espiritual. Cree que el pan esta vivo, que los animálculos de la levadura pueden unirse y formar un solo individuo con un fin determinado, que cada hogaza esta organizada y que la corteza, por ejemplo, sirve de piel o caparazón, mientras que las pequeñas cavidades de su interior poseen una extraña complejidad, con esas paredes pálidas, de aspecto suave, y que, al examinarlas a través de una lente, revelan que están formadas por burbujas mas pequeñas y, es de suponer, que estas a su vez están formadas por otras aun mas pequeñas, y así hasta los limites de lo invisible. La hogaza, ese punto de convergencia indispensable que se encuentra en toda mesa británica, la sólida hogaza inglesa de cuatro libras, es ante todo, lo mismo que el alma, puro vacío"(...)

"- Todo es una y la misma cosa, desde el campo a la piedra de molino o al horno. Todo forma parte del pan. Un procedimiento. Sin eso no habría nada que amasar u hornear. -Señala hacia el lugar donde las grandes muelas giran, lerdas y poderosas-: el triturado, el leudo, el horneado, en cada etapa el pan es mas ligero, no solo se alza y crece en las bandejas, sino que también se alza de la misma tierra, se tritura hasta convertirse en harina como las piedras se convierten en polvo, y en esa condición toman agua, y la levadura lo llena de aire, hasta que por fin llega el calor, y cada vez, bajo su efecto, crece, ¿te das cuenta?, hasta llegar a ser un objeto perfecto.

El hombre toma una hogaza y se la lleva a la cara. El joven Mason cree que esta a punto de comérsela."

Quiero irme a vivir a Mason y Dixon.

Es una novela-mundo en el doble sentido de que elabora un mundo propio, que aloja al lector minuciosamente, pero también en el sentido de que homenajea al mundo, al tomar un casillero, una hebra de tensión, de la historia, y mostrar su universalidad; es decir, una concentración claramente elegida en un tiempo, lugar y hombres con nombre propio, para recorrer lo prolífico de su intensidad, al tiempo que se exuda la evidencia de que la gran extensión del mundo humano es una miríada de intensidades infinitas en sí mismas -una evidencia cuya carne es el misterio recorrible.

En fin, de las muchas maravillas que inspira esta novela, apunto ahora una sola: Pynchon prefigura internet. Si bien la publica en el 97, había empezado a escribirla en los setenta. Y, para leerla, me vi de pronto, como naturalmente, con la computadora al lado, a modo de atlas enciclopédico, para enterarme de lo que son los centenares de personas, lugares, objetos y palabras abstractas que abonan la carnadura de la novela, no a modo secuencial, ni organizado por materias, sino tendiendo al caos -pero sostenido por la virilidad incansable de un relato-, es decir, tocándose potencialmente todo con todo. Wikipedia es complemento natural de la lectura. Ahora bien, no solo esto, sino que, además, también me vi con, a mi izquierda si la compu estaba a mi derecha, un cuaderno de hojas blancas bien grande, donde voy armando mapa de nombres y sus conexiones, para no perderme en la compleja maraña de la trama. ¡La red social! Pynchon, agudo sabueso y constructor de la inteligencia, prefigura internet, que, como todos los inventos exitosos, responde a una necesidad de evolución de la inteligencia social.

Sunday, August 28, 2011

Elogio del proto artista


1- Dicen que el ser sufrió degradaciones, primero en tener y despues en parecer. Pero la pretensión de un ser primigenio sintomatiza una necesidad de sustantivar el estar, pasar a Estado. (¿Sos artista?)

Hace años que se dice, tambien, que el Estado ya no da Ser. Desbordada la sustantivacion estatal de las practicas, reina la cualquierizacion de los seres. (La sustantivacion es la representación de lo que todas las cosas son, superpuestas a las cosas; la cualquierizacion es la fragmentacion de representaciones, no compuestas en un mismo plano de sentido.)

Cualquierismo no es libertad e igualdad. En el cualquierismo hay jerarquias, porque la valorizacion mercantil, la verdad performativa del Valor, es ella misma el regimen de legitimidad del cualquierismo.

(Es ante el cualquierismo que algunas instituciones de lo vetusto volvieron a gozar de halo progresista, y recuperaron vigencia giros neoconservadores, para que exista el Arte, procesos que se inscriben en la ingenua

declamacion de humanismo del Estado ante el “puro mercado”).

2- Arte es vida y por eso le corremos el culo a la jeringa. Su vacuna inmuniza contra la vulgaridad, pero si hay vulgaridad esta en la consagración por ingreso al estatuto de arte, porque el triunfo es el de unas reglas del ambiente, mas que del ganador. Los grandes artistas con mayuscula son los nombres no tanto del escape del juego sino de su sucesiva actualización. La historia, al fin y al cabo, es un banco fluido para instaurar precursores. Y la columna vertebral de la vida artistica de un territorio no necesariamente esta formada por artistas Artistas, lo cual es una suerte, atendiendo a que el artista, hoy, es casi un modelo de libre empresario exitoso, autonomo, conquistador del caos, marca tasada…

Pero también hay casi artistas, proto artistas, que van encontrando las reglas de su praxis; se van enterando. Viven, pues, gracias a su condicion ignorante. La creación no es pura invencion, es tambien un modo del descubrimiento. En tanto que hallazgo, no es capricho; se verifica como la tension de un nervio de la epoca.

Los proto artistas no aplican para consagración reglada, tampoco

aprovechan el cualquierismo; se encuentran rajando. Ciudadanos del mientras tanto, victimas de la prepotencia de sus ganas, sostienen derrotas hermosas. Casi artistas, artistas por momentos; mantienen la pregunta por si esto es arte, esto es vida, qué importa, qué puede.

3- La obra produce la vida en que consiste su existencia. Si hoy el trabajo tiene ante todo una función política -cierta organización de nuestra vida-, entonces también tiene una potencia política el arte que pide elaborar formas de vida, que pide premios experienciales ajenos a los sistemáticamente ofrecidos.

No es que la vida tenga que ser consecuente con la obra como si ser coherente fuera homologar arte y vida; se crea, justamente, lo que se necesita, lo que se aspira. La obra es un cortejo sostenido con modos de vivir, una provocacion; así, el arte, el artear (¿o hay verbo oficial?), es una inversión, afectiva, amorosa y libidinal, en lo que no se tiene pero se ofrece; una mentira, que quiere decir porque presiente, pero como no sabe, inventa. Y cuando no, no: aca estamos. Desesperados por estar a la altura de lo que hay, de su condicion mutante. El arte son momentos –instauración de tiempo para vivir- y el artista es el que trabaja para que esos momentos tengan capacidad de sostener una invitación.


Wednesday, August 17, 2011

El tiempo es la demora (Venimos bien)



"Venimos bien" dijo Macri, principalmente, y fue el lema triunfante. Apelación que es "objetivamente kirchnerista", como decía un amigo, Diego S, no sobre Macri sino sobre nosotros, subjetivamente hambrientos de otra cosa. Esa reafirmación de un sentido común preservacionista, por un lado, acepta una relativa bonanza monetaria (desempleo menor al 10, pago en cuotas...), donde confluyen ambos mandatarios, pero hay otras materias donde uno acusa descontrol inmigratorio (¡los de afuera nos quieren demasiado, que lindos somos!), y la otra mantiene en imaginario y en algunas políticas a los derechos -cuidados- humanos. En cualquier caso, ambos "bandos", y no me refiero a los cuadros y dirigentes sino a los votantes que urnean el “venimos bien” macristinista, parecen en el fondo asumir que mucho mejor que esto, no vamos a estar. Es un cagazo, un cagazo que contrasta con los climas festivos de azules y amarillos. Macri baila mientras en sus votantes se envalentona la disposición a frenar una ambulancia por la fuerza para bajar al herido que transporta y masacrarlo porque es boliviano: la del Indoamericano es la postal porteña de los últimos cuatro años. Venimos bien.

La elección era la encuesta de las encuestas, como decía otro amigo, el round real de la representación mediática (para La Nación, de hecho, el pifie de las encuestas “kirchneristas” fue una de las principales noticias)... Uso puntos suspensivos porque cansa esta materia. Y se confirmó, con creces, que en Buenos Aires la primera minoría elije al country como frente. Como visibilidad común.

La segunda minoría fuimos el veinticinco por ciento del padrón que no fue a votar, lo que no puede siempre explicarse por historia. Conozco tres o cuatro que no fueron a votar y van a hacer ballotage kirchnerista ("oficialista" sería ambivalente), incluyéndome. Macri, 35 del padrón, abstenciones 25 del padrón, Filmus ya poquito.

No fui a votar porque el juego de caras no me mostró en ningún punto ligues con cosas en movimiento en el cuerpote social. El único hubiera sido Luis Zamora, que al menos hizo explícito que su ausencia de orga se debía justamente a una ausencia de movilización popular. No fui a votar porque era un esfuerzo (aunque las mesas mixtas tentaban) y me resistí a aceptar que eso era lo que una implicación política reclamaba.

Lo de Filmus fue demasiado lastimoso como para someterme al cálculo de su conveniencia. Macri ganó diciendo "vamos bien", objetivamene kirhnerista, y por eso mismo no tenia sentido que Filmus descansara en decir “estoy con Cristina”. Cuanto más calladito mejor, Filmus, muñecazo completo, estrictamente un nadie, un cualquiera: con su pinta de oficinista cansado, no supo referirse a ninguna cosa que fuera cosa en la ciudad. Macri en cambio demuestra que llegado el caso no se escandalizaría por linchar a todos los bolivianos ilegales (para el no existe problema de vivienda, sino de casas y terrenos tomados, huelga decir), o sea, que cuando no estemos tan bien, hemos de ser pragmáticos y segregacionistas.

Filmus, una figurita. No lo usó a Boudou, Cristina, que hubiera sacado al menos cinco puntos mas, por guardarse la conquista de simpatías centroderechistas jóvenes para el comicio Mayor. Boudou, el que sabe adaptarse a un mundo que cambia. Ese su merito: no "estar del lado de los intereses populares y de los procedimientos democraticos", por así decir, sino saber adaptarse a lo que piden los tiempos, lo que le piden a la coyuntura cotidiana de los números fiscales. Ahí está Amado preparando su sonrisa para los cambios... Para cuando sea obvio que hay que ajustar, sensible y concienciado gestor de la fase humana del neoliberalismo.

Fue pensar en Filmus con su amarretismo ante la cantidad de cosas que debería querer decir un aspirante a gobernar la ciudad, en Boudou y su sonrisa de éxito arribista, y preguntar el precio del roast beef, 36 el kilo, 39 el vacío, para no solo confirmar que no votaría a FPV en primera vuelta, sino que lo haría en segunda más incómodo de lo que venía pensando. Y Cabandié... compensan la burocracia posmo de Filmus (oficinista k), el neoconsevadurismo de Boudou, con la reivindicación militante del hijo de desaparecidos recuperado... Que no por haber nacido en cautiverio y recuperado su identidad -como se dice- queda exento de la tan democráticamente distribuida materia de la estupidez... Como si origen fuera esencia, o como si la desgracia sufrida otorgue potestad política (en ese sentido, la autoridad política de Cabandie no dista mucho formalmente, con otra composición histórica e ideológica, de la de Blumberg, y hasta la felonía del terrorismo de Estado resulta una especie muy concreta de privilegio). Cabandié no puede mantener una conversación, no puede memorizar un argumento de campaña (estremecedores sus spots en You Tube); cuando habla demuestra que su costumbre fisiológica –esa papa atravesada en la garganta- comparte matriz con la de Mauricio, el del amarillo, el que baila como animador sin talento de fiestas infantiles o empresariales, el hijo de puta, el increíble, increíblemente feo, desagradable como una gallina vista de cerca. Entre el odio que los progres le profesamos se encuentra un componente similar al que algunas gorilas tenían contra Eva: Macri es muy vulgar. Es mal gusto. ¡Uiii ui uii ui rack iu! Un perejilazo, un payaso nos gobierna. Ya como espectador de la Ciudad de Buenos Aires, como público argentino que soy, a Macri lo encuentro intolerable. María Eugenia Vidal no sale, en absoluto, del arco idiosincrático del country; Rodríguez Larreta, Michetti, podrían no salir del confesionario, Puerto Madero, barrio privado, pero salen. Los que ganan son los chetos: gobiernen, platudos, hablen. Mentime que me gusta: sé que has de tolerar mi verdad cuando, como buen bicho mojado, me ponga feroz. Dos mil once, año falluto y reaccionario.

(Via Lobo Suelto)

Fumar es un placer



La felicidad es un trabajo, a la alegria hay que organizarla: okay. Uno se dispone a hacer cosas aunque en si mismas sean un esfuerzo, porque redundan en vitalidad; en, como dice un amigo, material psiquico para elaborar. La militancia de estar en la cultura… Salimos, entonces, nos pertrechamos, acicalamos, y damos nuestra cara al viento callejero. Esta vez vamos con data. Varios amigos, de distintos ambitos, nos dijeron: la muestra de Louise Burgoise no tiene desperdicio. Ahí hay algo; ahí pasa algo, entendimos estirando el dato (costumbre de optimismo neuronal aun en conciencias pesimistas). Auto, lluvia, el hermoso barrio de La Boca.

Llegar y pagar entrada, ver el logo de Techint: ponerle ganas. Nos dijeron, confiamos, queremos encontrar potencia artistica. Algo. En el hallcito de entrada veo gente conocida me encuentro evitando el saludo; me doy vuelta, quedo, ya sin opcion, espectador de una familia completita que vino el domingo al arte, los chicos discuten mientras los padres veneran lo que van a ver, repitiendo datos del folletito pero con un tono bajo, grave y claro, de palabras que median entre la trascendencia de su referente y la pequeñez de quien pronuncia, como se habla en los velorios. Estamos por entrar al mundo de una Gran Persona. Admiren, chicos.

En la primera sala, una araña de metal gigante cubre una especie de cubiculo enrejado, munido de objetos que, notoriamente, remiten a su infancia, la infancia de ella, la Artista. Son simbolicos... Tuvo madre, tiene recuerdos. Las explicaciones que profiere una chica a gente agrupada me molestan: explican, mezclan señalamientos obvios con saberes incomprobables a los sentidos, saberes insensibles. A la segunda sala ya huyo. El padre calla a los chicos, shh! Miren. Hay muchos objetos, obras, y gente que mira en voz alta, en realidad baja pero audible, adorandolos con o sin argumentos, adorandolos a la primera mirada; ya es adoradora la pregunta, digamos, adoración pre-experiencial. A los artistas no hay que admirarlos, hay que comerlos, pienso y ya me imagino salir al barrio a buscar algo.

Algunas esculturas de la muestra me gustan, son perturbadores, son virtuosos, son atentados contra codigos de la forma, son expresivos con potencia muda; la mina esta es grosa. Pero la articulación de su puesta en publico instala una forma de mirar sometida… Muchos otros objetos son, ¡oh!, evidentes afloraciones expresivas del Inconsciente, alusiones a la sexualidad reprimida: vanguardia, noticia y fiesta, todo de epocas pasadas. Hoy, objetos que son arte de ser persona, ser unico; tuviste infancia, tuviste madre, una relacion pasional; tenes inconciente, te psicoanalizaste, te sentis especial. Y toda la superestructura de convocatoria y presentacion instala unas condiciones donde se festeja antes de mirar; se venera como modo de estar. Se viene a eso; es la racionalidad de las salas: se venera una posición, no un trabajo. Fetichismo, devocion al artista por ser artista –jerarquias, porque nosotros no lo somos, ni siquiera para mirar. Le pusimos ganas, o sea, positividad de cara a los encares. Pero que alivio salir; la vista contenta ante el hermoso adoquinado de La Boca, los pulmones henchidos y juguetones en la conclusión limpia y clara que decimos después de vamonos: fumar es un placer…



(Dice el Lobo)

Sunday, June 12, 2011

memoria de los amigos

Alegrias organizadas (politica vitalista).

No te preocupes por demas, podes mandarte una flor de cagada, pero, en cualquier caso, vos vas a estar ahi para gestionar sus efectos.

Monday, April 25, 2011

Hambre de hambres


1- ¡Déjenme decir mi hambre! Déjenme decir mi hambre con el mayor arbitrio en la necesidad, mi hambre que se dice con la contingencia fatalmente propia de la fatalidad; mi hambre, arrojo perdido en una gravedad mundial. Quiero decir mi hambre que es hambre de hambres, fuego de cielo, mi querida, mi dios mi íntima microscopia gigante, mi hambre sueño de tonto pero tanto.

El hambre no quiere comida, quiere comer: quiere alimentarse hambre. No quiere desaparecer, quiere comer para probar, probarse y ampliarse hambre. “Satisfecho” no designa mas que un momento donde el hambre se redefine, aprende el hambre, incorpora datos de hambre, hambre de ligarse con buenos hambres.

2- El hambre es el punto donde la necesidad y las ganas se muestran inseparables. El punto donde la necesidad se salva de ser carencia, y las ganas, de ser capricho.

Una pregunta de neurosis clasista (o de spinocianismo guevarista): ¿pueden los pobres pensar la necesidad como patrimonio de las ganas? O, mejor, la necesidad como terreno propio de las ganas. Caso contrario, consentiríamos con el triunfo de la asociación de ganas con lujo, el deseo como lo innecesario, las ganas como lo superfluo. Tal vez, bajo régimen de fatalidad, la dimensión ganosa de la necesidad consiste en una modulación propia del padecimiento. O sea, como relato autónomo de la felonía y la explotación de uno por lo otro. La lectura del infierno, su enunciación, seria la dimensión donde las ganas expresan la necesidad, donde la necesidad es el campo -de juego o de batalla- de las ganas. (El garrón se dice –y no es lo mismo que el garrón sea dicho a que el garrón diga. Comerse un garrón, que te pase algo malo, es comerse la parte dura del ternero, que viene a ser el gemelo. La lectura de la vida común también se cocina y se come.)

Tal vez las ganas necesarias de todos se dividan entre, por un lado, hambres efectivamente alimenticios –regimenes- y, por otro, hambres articuladas como comprensiones de la impotencia y la fatalidad. Cuan cocinado nos llega el morfi, quien sirve la mesa, o si somos nosotros mantenidos como morfi. ¿En que punto, me queda la pregunta, en que punto el cambio de grado comporta ya alteración de cualidad, y hace en este plano al rico rico y al pobre pobre? ¿Y hay algún hambre “efectivamente alimenticio” que no tenga algo de conjuro hacia la fatalidad, hacia los fantasmas, hacia lo presente como ausente, y hay, a la inversa, algún hambre organizado como “lectura de la impotencia” que no tenga algo de efectivamente alimenticio? Que la necesidad no se experimente condena.

3- ¿Existe el hambre tornado necesidad pura? Cuando hay hambre, no hay pan duro: eso supone que el hambre suprime la sensibilidad gustativa. El hambre, condición biológica básica, reduciría la complejidad de nuestra biología a su pura reproducción, reproducción para la que todo da lo mismo: nutrición, sofocamiento del fuego estomacal. Si cuando hay hambre no hay pan duro, entonces la existencia de población en estado estructural de hambre, población definida por el hambre, naturaliza el dis-gusto, naturaliza el aplanamiento de la materia del mundo en una igualdad que atropella su riqueza, su ricura. Toda la maravilla natural mundana, su infinita potencialidad, pasarían a ser lujos degenerados, ante el valor verdaderamente importante de cualquier cosa, su capacidad cuantitativa de eliminar hambre. Así, el discurso del hambre se impone como lógica de rendimiento cuantitativo, donde el valor de todas las cosas se aplana en un código que las traduce en equivalencia; esto es, por ejemplo, el monocultivo sojero en Argentina (carne de chanchos de la China). Hay ciertos reclamos de solución que consolidan la perversidad del problema. El problema no es como se satisface una necesidad, sino como se amplia lo que hay; hay hambre y el hambre es una potencia.

Pero el refrán también supone que el pan fresco es propio de quienes no tienen hambre. O sea que los que tienen hambre no saben comer –solo saciarse- y el gusto solo existe para quienes no tienen hambre, saciados estructuralmente: carentes de hambre. Lo rico solo existe para los ricos. Pero como lo consumen carentes de necesidad, la experiencia e incorporación se vería reducida al capricho. Es una relación histérica con el alimento, me dice mi amigo O., porque es un deseo sin compromiso, en tanto niega el carácter constitutivo de aquello que se come; no constituye, no altera, no toca. Así, finalmente, en la diferencia infinita habilitada por el reino de la riqueza, todo da lo mismo –que pobreza.

Así las cosas, siempre, ante la riqueza, ante la pobreza, la consigna apunta a sacarse las ganas. En un caso saciarlas, en otro gastarlas. Cuando en realidad podría decirse, en vez de sacarse las ganas, entrenar las ganas, o concretarlas, o muchas otras. Se afinan las ganas, se repiten como modo de la potencia, etcétera. Pero no, lo que se dice es sacarse las ganas, como si las ganas amenazaran la vida; acaso amenazan la vida, lo constituido de la vida, pero expresan el querer vivir (López Petit).

Tambien la consigna-imperativo de conquista tus deseos muestra como se ubica a los deseos en un estado siempre de ausencia, de ajenidad que hay que someter. Se lo ve asimismo en situaciones mas amigables, cuando se insta a alguien a que pida deseos, porque cumple años o pasa debajo de un tren: todos suponemos que lo que le corresponde hacer es pedir cosas, sucesos, es decir, objetivación de deseos, cuando, en realidad, lo que se le pide es que pida deseos, tener deseos. No saciamientos. Enriquecer el hambre, y no acabar con el.

4- Esas cosas las aprendemos desde chicos, y está visto que, para los chicos, y su decir verdad, el hambre es la mentira –¡hambre, mmmm, qué hambre! Hambre tiene el que inventa, el que quiere decir y como no sabe inventa: tiene ganas de dar lo que no tiene. Ese hambre es un exceso; es una cosa que, si bien ya es, para existir, necesita. Es, pero tiene necesidades para existir: porque el hambre es una falta abundante, es la abundancia presentándose como falta; es la necesidad en su naturaleza de abundancia. Quiero ir mas allá de mi existencia actual en el mundo porque ya presiento que es rico, porque siento que algo hay, ahí nomás, y ya me amoldo a su presencia haciendo como si lo tuviera -lo huelo y se me acuchilla el estomago-. Como lo presentido no está, lo prefiguro: invento lo desconocido, pero lo invento porque lo ya conocido toma forma de borde anhelante, lo conocido se hace boca. El hambre es la mentira porque es la necesidad de inventar.

Y sin embargo para los chicos hay cierto régimen de mentira que, en su seriedad, es la forma más alta de verdad: el juego. Recuerdo -los recuerdos se presentan en efecto dominó- como me angustiaba, de chico, la perspectiva de jugar con mis juguetes. Tenía juguetes de muchas clases, era de la clase de nenes rico en juguetes. Pero recuerdo esa angustia, la oferta de juguetes ante mí y una desazón que me alejaba. Porque los juguetes -ahora entiendo-, mas que una invitación al juego, son una veda: “estos son tus juguetes” significa que todo lo demás queda como sustraído de la condicion ludica. Era hambre esa angustia, mas hambre que el que los juguetes pueden saciar, hambre de inventar juegos y zonas de juego, hambre de nunca dar por sabida la riqueza del mundo.

Friday, March 25, 2011

Hay un genero que es el de los cartelitos que aparecen en muchas paginas de bajar cosas escuchar online, que buscar que hagas click a como de lugar: con minas vestidas pero siendo desnudadas por visores jai tech, avisos sobre el coeficiente intelectual o preguntas sobre dibujos entre pedorros y bizarros de personas deformadas o manchas con doble sentido. Bueno: ese genero tiene algo en comun con los vendedores que ambulan los bondis. Como salen con el cuchillo entre los dientes, a tierra ajena y con lo puesto a conquistar atenciones.

Wednesday, December 22, 2010

Redonditos al poder

[Articulo publicado en el segundo numero de la muy recomendable revista Crisis]

1- Gracias a Dios…
¿Dónde se juega la historia? El brote del cambio no siempre está allí donde sus efectos son más estridentes. Muchas veces lo que circula como visible está separado de su origen singular. Porque el monumento visibiliza -y vive de- lo que irrumpe como agite más que como discurso, como vitalidad no organizada según los códigos imperantes, y esa vitalidad histórica no tiene porqué indicar su proyección constructiva, su consecuencia institucional; agita con una frecuencia que abre posibles y planta intolerancias, como una negación que funda espacios de libertad sin necesidad de proponer alternativas globales.
Así las cosas, situar lo político no es sencillo; puede que la esfera destinada formalmente a tramitar la cosa pública no sea la que funda efectos políticos democratizantes, sino que las armas de insumisión y hambre sesudo de libertad vengan de otro lado. El denominado retorno de la política, entonces, merecería ser situado en su relación con las instancias de creación de posibles políticos. Como, por ejemplo, Patricio Rey: ese espectro pagano, ese tutor-excusa, ese tercero invisible pero común a todos los que estamos en su fiesta, que ya en los primeros años de la Dictadura protegía, en sus recitales, presencias de bronca jolgoriosa que querían “demostrar que hay vida antes de la muerte” (como decía el así llamado Mufercho, presentador entonces de la banda).
Esos espacios marginales –o mejor, excéntricos- contagian, contaminan, con su desesperada afirmación de autosuficiencia, vía vasos comunicantes complejos. Aún si pasan sin dejar monumentos, sino la apariencia-pendejada de que nada pasó, dejan la certeza, en los afectados, de que nunca nada podrá ser igual, en principio porque instalan un parámetro sensible y exigente para juzgar lo que advenga. Incluso si lo que adviene sí le hace un monumento a esa vitalidad, porque aquí, gracias a Dios, uno no cree en lo que oye. Es así nuestro Dios Patricio: gracias a él, no creemos.


2- Del 76 al 2001
La historia como banda activa de Patricio Rey fue de 1976 a 2001. Durante la dictadura tocaba en sucuchos, con monologuistas, performers varios y un obeso disfrazado de sultán que repartía bolitas de ricota, todo bañado por guitarra de Skay, hipnótica y frenética a la vez, y el inconfundible aullido-fricción de Solari. Con los Redondos se disuelve la oposición entre rock comprometido e intelectual y rock de joda: el rock ricotero es un pensamiento crítico que se baila.
El primer disco, Gulp!, fue grabado, distribuido y difundido en autogestión, como el resto de su trayectoria, sin empresas, sin sponsors, sin estructuras ajenas a la organicidad de su experiencia; esta fue de movida una de sus distinciones esenciales, que los inscribió fuera del “mercado” e hizo de su música algo más que música: el rock como expresión y sustento de otra concepción de la vida, de un mecanismo diferente de organización de las voluntades (Solari).
A Gulp! lo graban en el 84; en plena primavera democrática, abren diciendo “esta vez, por fin la prisión te va a gustar”. Desde su antro sucio y dionisíaco le gritan al encierro del espectáculo (aún el de la democracia). Eso es obvio en 1988 con Un baión para el ojo idiota, pero ya antes, en 1985, ese carnaval nocturno de intensidades, culto difundido de boca en boca, nombra su segundo disco con un saludo a la dicotomía política fundamental del siglo XX, Oktubre. No es nostalgia de la revolución perdida, no es un mero repliegue del proyecto emancipatorio en el arte. Porque se aprendió de las derrotas. El cambio no nacerá de una ocupación del Kremlin o la Casa Blanca; empieza por lo que hacés de la noche a la mañana, decía Solari, y cantaba –como si todo el tiempo y el espacio tensara su voz aquí y ahora- que un sueño acabó, ya te dijeron, pero no que todos los sueñitos… (Pura suerte).
Los Redondos condensaban la épica de las luchas contra la injusticia, el ímpetu de cambiar el mundo, con el vértigo sensual de cambiar la vida ya, sin necesitar convencer a nadie, sin conquistar voluntades; la libertad empieza hoy, porque si la emancipación es habitar la desigualdad desde la lógica de la igualdad (Ranciere), no se trata de sacrificarnos por un mañana sino de alterar la manera de estar donde estamos. Por eso ese disco, Oktubre, además de la tapa que pareciera reunir a Berni con Eisenstein en una noche de dark post-punk; además de la catedral platense en llamas, trae otro dibujo, uno de los que más alcance tuvo de la profusa iconografía visual que Rocambole (Ricardo Cohen, reciente Director de Arte de la UNLP) vertió vía Patricio Rey a la imaginería popular: el esclavo rompiendo su cadena. Esa figura demacrada que revolea con furia su cadena recién rota, la muñeca aún lastimada: la propia cadena, apenas suelta, se torna bandera de festejo de la liberación.
Ese es el esquema ricotero que hace que su obra –más allá de análisis y valoraciones-, música, letras e imágenes, atraviesen la cultura infundiendo en quienes se la apropian un inequívoco sentimiento de libertad: el esquema que va del malestar a la rabia, y de la rabia, por su propia fuerza de afirmación rabiosa, al festejo. Es fuerza, no poder. Así, los Redondos ofrecen una fuga del mundo que a su vez lo trastoca, porque ese “sentimiento” es una alteración de los valores. Es un raje (está llena de anuncios de raje, la lírica), pero el agujero de su salida ejerce un fuerza gravitatoria que obliga al entorno a posicionarse en torno a sí; una afirmación autónoma que instala ella misma los parámetros para valuarla. Un escape vanguardista.
Hoy, esa salida autónoma es la más insistente cortina musical de 6-7-8, o más que cortina, bandera, yo quiero verlas…

3 – Tandil, los redondos al poder
El del trece de noviembre en el hipódromo de Tandil fue el recital pago más concurrido de la historia argentina; ochenta mil personas dijo Solari desde el escenario; los tandilenses decían ciento veinte mil, misma cantidad que su población estable. Tandil vivió la fiesta de alojar algo que la excediera, esa marea virtual que, al corporizarse, desborda cualquier continente; miles y miles y miles de nómadas ocasionales, para los que no había nafta ni cerveza fría ni baños ni cigarrillos suficientes; millares de cuerpos que cubren calles y avenidas, convertidas en escaparate de banderas con nombres barriales y dibujos y frases tomados de Rocambole y el Indio. La gran tribu cubre la ciudad y espera cantando en su fiesta atávica; era llegar a Tandil y encontrar otro planeta que de pronto se expresa diciendo que está en este.
Esa marea ya no se desborda a sí misma como pasaba en los noventa. No deviene tierra de nadie; permanece tierra de todos. No se ve pungueo, arrebato ni saqueo, no se ven sí o sí peleas sangrientas ni avalanchas provocadas para entrar sin ticket, no se ve a la montada repartiendo palos al galope ni a los patrulleros rasando con descargas de balas de goma. De aquella crispación policial, hay que decirlo, puede haber cierta nostalgia, puesto que, en tanto reacción represiva, denotaba la virulenta fuerza de la marea en su regulación autónoma; es una memoria que puede contraponerse como recuerdo de intensidad ante la paz hoy reinante. Pero al final de la velada, después de horas aunados en masa fluida que grita, salta y baila, todos nos vamos felices y orgullosos de no haber perdido otro Rubén Carballo, otro Walter Bulacio, otro pibe a manos del poder de daño institucionalizado.
Es que los tiempos han cambiado. Por un lado, el dolor de Cromañón instaló una prudencia en los encuentros rockeros (sobre todo en los convocados por Solari, cuya única y fija bajada de línea desde el escenario siempre fue cuidensé). Pero específicamente la congregación ricotera, ya no se muestra erizada hacia el entorno –la versión dominante de lo público- como en los noventa, ya no se constituye en un radical a pesar del entorno; no se canta, por ejemplo, contra el gobierno, como se cantaba raudamente contra Menem, y apenas contra la policía. De los dos componentes principales de su pasión, ahora el festejo prevalece por sobre la bronca. La resistencia ricotera aguantó, las pasó duras –de hecho la banda no aguantó-, y hoy el entorno se le presenta menos hostil: no hay intendentes que suspendan shows, la policía no demuestra concebirla como enemigo directo, pero más aún, el ricoterismo parece haber devenido cultura oficial. No sólo banda sonora de la emocionalidad seisieteochista, sino fuente de consignas para La Cámpora (convocan a actos con la frase este asunto está ahora y para siempre en tus manos, nene), ¡parece que los ricoteros llegamos al poder!, y agradecemos al bramoso Aníbal Fernández por colgar en su blog los mapas para llegar a Tandil.
El análisis de la relación entre cultura redonda y oficialidad kirchnerista puede dejar de lado Las condolencias que, según el jefe de Gabinete, el Indio le mandó para Cristina (Si es posible y cuando lo creas oportuno, hacele llegar a la Presidenta el mínimo significado de nuestra sincera tristeza. Indio y familia). Porque el Indio no es tanto el líder, como el emergente del ricoterismo. La marea tiene su propia voluntad. Allí estaban, en Tandil, los militantes de La Cámpora tratando de ejercer la operación peronista de apoyar lo que se mueve para gobernar(lo) -la clase trabajadora en los cuarenta, los neoliberales en los noventa, los movimientos sociales y de derechos humanos post 2001-. Desplegaron una gran bandera y cantaban “soy ricotero, nacional y popular”, pero nadie se sumaba, y mucho menos con “soy argentino, soldado del pingüino”, pero sí se plegaba la masa (ellos no ven marea viscosa, ven masa trabajable) cuando iniciaban cantos netamente ricoteros.
Porque los cantos eran ricoteros, y ahí se ve cuánto el Indio –que facturó neto 9.600.000 pesos según la afluencia que él declaró- no es estrictamente líder: él y los Fundamentalistas del aire acondicionado mantuvieron la euforia escénica ante un público que alentaba un ay otra vez a Patricio Rey y sus redonditos de ricota como diciendo somos receptores pero nosotros decidimos el sentido de lo que nos estás dando. La hinchada repetía una y otra vez pocos cánticos; pero su devoción redonda no es una repetición sino una insistencia: aún frente a nuevas condiciones, se mantiene el enunciado –vamos los Redondos. Porque los Redondos no dejan de ser un ente abierto que incluye a quien lo grita. “Indio” no es un sujeto colectivo; sólo los redó designan en común a artista y público: no que sean iguales, sino que valen porque participan de lo mismo.

4- Legitimidad redonda
No es sólo por ese vínculo de consustancialidad entre emergente y público que el kirchnerismo busca arroparse con el sonido y la liturgia ricotera. No: a través de los Redondos, el kirchnerismo busca llevar a fondo su identificación con el estallido de 2001, sus efectos y su historia, la legitimidad dosmilunera (la paradoja de gobernar heredando el que se vayan todos, acaso superada en la plaza del luto).
Porque si los Redondos tuvieron efectos en lo público hay que buscarlos no sólo en el corpus musical ulterior, sino allí: en la revuelta de 19 y 20 de diciembre de 2001.
Habían sido entrenadas en la experiencia ricotera, por un lado, las formas de ocupación del territorio urbano del 19 y 20. Los saqueos eran frecuentes en los recitales de PR en los noventa, y, especialmente, el enfrentamiento con las fuerzas de seguridad en el centro (policía y privados, robocops sin ley), como puja callejera era menos propia de los saberes setentistas (aparato contra aparato) que de la experiencia de choque reiterado de las bandas ricoteras con la cana; sabíamos correr, aguantar, avanzar, seguir liderazgos variables, cuidarnos, no dejar tirados, llorar muertos… De hecho, una de las poquísimas veces que en la década del 90 las fuerzas de represión estatales tuvieron que darse orden de repliegue, fue en el recital de PR en Villa María, Córdoba, en mayo de 1998 (informó Clarín).
Además de la inteligencia material de la revuelta, también contribuyó al caldo dosmilunista cierta sensibilidad ricotera: la desconfianza ante el poder -mercantil y estatal-, el autonomismo autogestivo, y –cierto- rechazo al craso imperio de la nueva Roma.
Junto a los escarches de HIJOS, a las puebladas y cortes de ruta en el interior, los MTD’s en el conurbano, ese saber y esa sensibilidad ricotera fueron ingredientes esenciales de las representaciones de resistencia disponibles para la olla que estalló en 2001, y, aunque se quiera acusar como móvil del estallido al corralito, esos elementos fueron condición de posibilidad, cauce de existencia de ese grito que, sin organizar una configuración posterior, sacudió el tablero y dispuso nuevas exigencias y condiciones: esas condiciones en cuya fina lectura consistió el principal mérito del triunfalmente muerto jefe del peronismo, Néstor Kirchner (los pingüinos nunca caen para atrás).
Ahora bien, un punto adicional que merecería más pensamiento: si en 2001 termina la post-dictadura, en tanto lo que en ella era marginal pasa a ejercer poder de determinación central, gobernar legitimándose con la agenda progresista de la post-dictadura, ¿es progresismo combativo o cinismo que hace de un piso techo?

5- Con tanto humo el bello fiero fuego no se ve
Es ambiguo: nos alegramos de que lleguen al gobierno estéticas y retóricas y puntos de agenda que sostuvimos como resistencia muchos años. Al fin y al cabo la otra gran apropiación resignificante de 2001 fue el caceroleo propietarista de barrio norte y los piquetes de la abundancia. Pero al mismo tiempo, nuestro amo juega al esclavo y adorna nuestra esclavitud, y en el extractivismo exportacionista, sojero y minero, Gobierno y capitales acuerdan, derrame más, derrame menos (por no hablar de la burocracia sindical y la red de intendentes -perros que no se contentan con los restos- que constituyen el primordial sostén estructural del Gobierno).
Lo que más aprendimos es que la fuga, el rechazo a la mesa servida y el sostenimiento de una voz propia –aún o especialmente si no significa nada y es sobre todo intensidad de enunciación-, tiene efectos mediatos. Podemos entonces casarnos con el proceso de su institucionalización –apoyado y gobernado hoy por el peronismo, que nunca se casó con nadie-, o decidir que ese grito no es todo el grito, y gastar la vida sosteniendo los rajes de las formas habidas, como tribus callejeras que escriben la pared y sostienen, difusa, quizá atolondrada pero intensamente, el ánimo de otra concepción de la convivencia, el nervio del futuro. Confianza en lo que vibra de otra manera; en los noventa era imprevisible que el aguante derrocaría un gobierno (y unas formas de gobernar: con represión a mano, con el Estado como puro botones del capital transnacional, etc). Hasta la corriente de conversaciones anti-neoliberales, en aquellos años menemistas, fueron un modo del aguante, y su incidencia histórica es inconmensurable, pájaros de la noche que oímos cantar pero no vemos…
Y ante la asociación entre la realeza multitudinaria de Patricio y el Gobierno, el pogo más grande del universo. Es una enseñanza antropológica, la del pogo: se asume que todos, cada uno, somos peligrosos (por eso nos cubrimos con los brazos, incluso al principio con los codos), pero se apuesta por la confianza, por festejar el peso de los semejantes, por compartir una violencia habitable y anti-anodina. La marea, como dijimos, es fluida y espesa, te lleva: no podés apropiarte de un lugar. Durante Ji-ji-ji, en la inminencia del estallido poguero se abren con mucha fuerza grandes huecos para que haya espacio para el baile de chocar, pero apenas arranca la euforia, esos huecos desaparecen porque sus bordes también poguean, se fluidifican; el enorme campo se alisa y todos circulamos en caos veloz decidido, potencialmente tocándonos todos con todos, cualquiera con cualquiera, marea de potencia que perdió la forma humana, una igualdad fáctica entre ochenta mil cuerpos como muy cada tanto presencia la historia.



Thursday, December 09, 2010

Ensayos en vivo: ante la duda, todo

El sol cocina lento, amigos. Mientras tanto –dónde si no: eterna morada efímera- aquí estamos: consternados, rabiosos y de rabia exultantes; deseosos de juntada porque con tanto humo, el bello fiero fuego no se ve.
Por la felicidad algunos casi no pueden ni preguntarse. Junto a eso (pero separado) hay felicidades que nacen respuesta: no nos tengamos piedad, no dejemos pregunta sin experiencia.

Este viernes traducirán entrañas:

Elina Aguirre, guardavidas del mono que es nuestro señor, promete un elogio de los vecinos.
Fernando Aíta, épico y chusma, compartirá su diario de cosmogonía de la calle boliviana.
Daniel Liñares, oráculo de Gerli, imaginará la reencarnación como retorno eterno.
Santiago García Navarro derivará de la deriva.
Agustín Valle, burro laico, preguntará por los vasos comunicantes de la afectación
Federico Raspu Levín se presta: Fede, Cobos y vos.
Ariel Pennisi propondrá pensar la emancipación más allá de la derrota
Y Carolina Nicora, dama cénit, abordará para todos nosotros, la vida y obra de Mariano Ferreyra.

Además y a dios gracias, Facundo Gorostiza pelará Bach, y Lula Mari, pictoria.

No volvamos, camaradas, aunque tiente. No buscamos la politicidad de la experiencia; buscamos la experiencia de la experiencia. En el fondo sólo se lucha por lo que se ama (el resto es consecuencia). ¡Y hay derrota en la victoria! La verdad, no sabemos. Pero portamos saber: la historia no tiene otra carne.

Ensayos en Vivo: casi cumpleaños. Cuatro. Un nene.
Este viernes 10 de diciembre
21hs, comer no es sólo alimento y gusto
22hs, magia atencional…
En nuestra Casa Compartida, pachamama: Pje Argañaraz 22 (E/Israel y Lavalleja)

Wednesday, November 24, 2010

El Estado de las cosas


Compañeros enemigos
Néstor es Néstor, es así, aguante Néstor, ¿no?: se fue un compañero. Compañero de qué, difícil saber. En todo caso, estas horas dan la sensación de que Néstor –más que Kirchner, Néstor- reactivaba la posibilidad de pensar en términos de compañerismo; o de que alguien en posición jerárquica del Estado pueda detentar el nombre de compañero; o de que, al menos, alguien en tal posición legitime y habilite el fortalecimiento de la semántica compañerista entre los verdaderos compañeros. Un compañero porque se montó en un proceso donde nos encontramos con los compañeros genéricos, como los encuentros del miércoles en la plaza: compañeros de antiguas luchas, colegas de investigación entre pibes becarios, compañeros tácitos de prácticas autonomistas diversas, colegas de incertidumbre, co-problemáticos, vecinos de cumpleaños, amigos de amigos, muchas clases de “otros yo”: nosotros. Es decir que Néstor era una especie de compañero aún si lo consideramos, en algunos puntos, enemigo: Compañero por compartir un juego histórico donde se afirma el compañerismo, aunque no todos jueguen el mismo juego. Néstor, está claro, jugaba un juego que venía e iba más allá de él. Y su muerte agita ese juego: ¿hasta dónde puede llegar, el juego histórico abierto, rodeado de amenazas de cierre?

Peronización y dosmilunización.
Alguna fibra toca, Néstor. Este país es peronista, no hay nada que hacerle: ¿será eso? Es dudable, considerando que Néstor es Néstor fundamentalmente por cuánto y cómo se montó a un proceso de movilización social –que no es lo mismo que un movimiento pero está cerca- que no era peronista, que se había ido caldeando como oposición a un gobierno presunta y oficialmente peronista, aunque explotó contra un gobierno radical; en fin, Néstor supo, en todo caso, peronizar el dosmilunismo, dosmilunizar el peronismo. Pero queda una –tantas…- pregunta: ¿Hay brecha entre peronismo y kirchnerismo?

Estado sensible
Con Néstor nuestra generación sintió un Estado, si podemos pensar esto más allá, o más acá, del relleno que pongamos en la noción de Estado: que hay algo ahí, general, explícito, moviéndose, ocupándose de algo. Sí se sentía, algunos sentíamos, al Estado menemista: la presencia activa del Estado destruyendo sus alcances. El Estado como botones de los capitales. Y esto desemboca en que de pronto, durante horas y horas, la gente, o perdón, “la gente”, tiene un motivo muy hondo para entrar en la Casa de Gobierno (despedir al líder, saludar a la viuda y heredera), las masas finalmente inundando la casa Rosada, pero invitaditas, no invadiéndola.

Ha muerto un hombre.
Al fin y al cabo, ha muerto un hombre, con dolor en el pecho, con latidos y pulsaciones, con aprehensión y agite, con su definitivo estertor. Con sus deudos, sus herederos, intérpretes. Y su luto.
Al día siguiente de la muerte, jueves, atravesé el centro de la ciudad a la mañana, a pie. Venían y venían gentes a hacer presencia en la despedida, en la bienvenida a este nuevo momento; venían gentes sueltas y gentes asociadas, muchas agremiadas. Por ejemplo, cuando cruzaba la nueve de Julio, pasaron por nuestra avenida récord dos o tres camiones con la caja trasera descubierta, tipo los que transportan gaseosas, llenos, allí atrás, de “trabajadores” (asalariados, representados por el imaginario kirchnerista, defendidos en su indexado sueldo por la denominada burocracia sindical) con sus pilchas y hasta sus cascos: impresionante, venían como de fiesta, haciéndose chanzas entre ellos, y arengando a la gente en la calle, gritando, agitados; daba una especie de alegría verlos transitar la calle con su eufórica presencia, con la adrenalina de estar apropiándose por un rato de zonas cotidianamente dominadas por el universo de saco y corbata (y multitud lateral de cadetes). Es que claro: la movilización, en tanto que movilización, excita, alegra, festeja. Reunirse, hacer fuerza juntos, provoca un ímpetu de confianza respecto de los efectos de estar nosotros en el mundo. O es como dice un amigo, gorila por fina izquierda: es así el peronismo, tiene un fiambre y hace una fiesta, sabe que así hace historia… ¿Nos quedaremos fuera, por exquisitos, de la historia? ¿Y ese afuera sería impoliticidad o sostener líneas de fuga?

Sentido común por diluvio
Al igual que en los festejos del bicentenario, la masividad de la afluencia fue tan y tan creciente que los medios netamente anti oficialistas debieron plegarse a la noticia… pero todavía más que aquella vez, Clarín se ve imposibilitado de negar la masividad –masividad cromáticamente albiceleste, más que albiazul-, debe rendirse, es decir, plegarse, sumarse. Había pasado en los festejos del bicentenario: con el paso de las horas y los días, la increíble afluencia de público impidió que los grandes diarios hicieran otra cosa que sacarse el sombrero opositor……
Pero ahora, esta vez, Clarín aprovecha que no puede no montarse en el reconocimiento de esta masividad, de este triunfo, al fin y al cabo, de esta triunfante y exitosa muerte de Néstor Kirchner, parar salirse de ese lugar ideologizado, parcializado, en que se convirtió (o desnudó, da igual) en estos años, y volver a encarnar el sentido común, encarnación que fue su mayor logro post-dictadura. Reconocen la muerte patria, entonces, y anuncian que empieza otro tiempo político, la muerte del kirchnerismo…

Lo que viene lo que viene…
Muchos fuimos a la Plaza por miedo. Bah: yo no fui a la Plaza, que se sepa, pero muchos de los míos, de aquellos de quienes soy suyo, fueron, creo, por miedo. Por consagrar a Néstor como preservador de unos logros ante fuerzas que, en su ausencia, amenazan hasta no sé sabe dónde. Y en parte, creo, ese miedo, que deriva en un apoyo al kirchnerismo, en realidad se basa en una crítica, implícita: el sentimiento íntimo de que el kirchnerismo adoptó la agenda del progresismo, al menos en algunos puntos, pero transitó esos puntos sin ser minucioso técnicamente, ni estratégico políticamente, y, sobre todo, sin cuidar la basamenta de movilización social que empuje esa agenda, de manera que, quizá, se hicieron un montón de cosas, algunas bastante bien (la Corte…), otras más improvisadamente (la presunta redistribución), cosas que crispan a la derecha, que, así, cuando venga por revancha no encontrará una sociedad organizada para resistirla, y, entonces, ahora podría pasar cualquier cosa.
Pero no sólo del lado de los enemigos del proceso podría venir el retroceso, sino también de los integrantes reaccionarios del proceso mismo. Y este punto también abreva en la tradición peronista. Ya se venía viendo: en el asesinato patotero del pibe Mariano Ferreyra.
En ese choque se vieron dos líneas abiertas, fomentadas por el mismo proceso (la reivindicación de derechos de un lado; el negocio empersarial y la potestad sindical –propietarista al fin- por otros), que devienen enemigas entre sí. Y el conflicto se dirime por parte del sector más apoderado, con un uso cada vez más oficial de la violencia informal, como dice también mi rojo amigo. Ese asesinato fue absolutamente lógico respecto del modelo de acumulación del kirchnerismo, acumulación tanto económica como, sobre todo, política. Dicen que esa exacerbación de las contradicciones efectuadas por su política alteró la salud del millonario patriarca Néstor, que, al morirse, casi que lo terminó de matar a Ferreyra.

Células dormidas
Y sin embargo, esa falta de base social capaz de movilizarse empujando el proceso hacia adelante (burocratizados los movimientos sociales, estatizadas casi las Madres, contenta en paritarias la CGT), se vio, acaso, desmentida esa noche de miércoles en la plaza.
Muchos cuerpos, cuya cotidianeidad está como separada de la manija de la historia, entraron (¿ocasionalmente?) en su cauce, revelando que tenían una politicidad latente, que, si las papas queman, allí estamos, no pasarán...
Por otro lado, las formas mediatizadas de leer la situación no alcanzan, según parece por la efervescencia de mails, textos, comentarios y conversaciones: una corriente atolondrada y lúcida que busca encontrar su verdad, no consumirla (esta observación misma me la hizo un amigo...).
Dice por ejemplo el Ruso:
Creo que no hay que hacer seguidismo bobo ni tampoco aislacionismo purista. Elaborar dispositivos autónomos de percepción y producción, que convivan con el proceso en curso, dialogando, proponiendo, señalando y no dejando morir la imaginación política radical ni el malestar con el modelo “distribucionista” que democratiza el consumo y pone la vida entera a laburar.
O sea, una disyuntiva es si defendemos el kirchnerismo como vanguardia responsable de un proceso democratizante, o si es defendido autónomamente como piso del que no queremos bajar, piso, al fin y al cabo, compuesto por las condiciones que la movilización eclosionada en 2001 instaló como exigencias a la gobernabilidad, y que Néstor, pragmático, supo leer. O sea, kirchnerismo o anti-antikirchnerismo.
Entonces –optada la segunda opción- lo que importa es, como se dice, lo que pasa por abajo. Si “la vuelta de la política” es una conversión del agite en defensoría institucional, en lo cual implícitamente se admitirían como inevitables las enormes zonas de continuidad del kirchnerismo con los “intereses creados”, sea el no otorgamiento de la personaría a la CTA, como el sostenimiento del modelo extractivista –base, en definitiva, de la caja de distribución “progresista”-, el descalabro en el INDEC, etcétera (el verdadero Macri es kirchnerista, compañeros). Pero como dice mi amigo rojo, en su casa siempre abierta: discutir política no puede agotarse en poner en la balanza aciertos y faltas (que sería la máxima corrida por izquierda que Página 12 puede hacerle al Gobierno). No, discutir política es plantearse cómo se trató el poder. Y qué se hizo respecto de los sectores que, en 2003, eran los más vivos y dinámicos políticamente de la sociedad: apoyo, reconocimiento, y burocratización, estatización, y hasta caricaturización, si pensamos en los festejos del Bicentenario, por ejemplo en aquella enorme calesita mecánica donde muñecos de Madres daban vueltas y vueltas a una pirámide de mampostería, o ese camión de Fuerza Bruta (o algo así), también con Madres encima, en sus cabezas pañuelos resplandecientes, aureola luminosa, blanca de leds: este clip me pone tieso, me voy corriendo a ver…

Comunidad organizada
Una escena del miércoles a la noche en la Plaza. Me la contaron, claro. Repleta de gente la plaza y adyacencias. Sobre un kiosco de diarios, cerrado, subido un pibe, un pibito, unos dieciocho años. Pinta la pared, despacio, aplicado, con pintura. Abajo la gente lo mira. “Muerte…” y la gente lo mira: “Muerte al Estado”, y la muchedumbre desde abajo le grita, lo insulta, lo increpa, ¡pendejo de mierda, qué ponés, qué escribís! Se trata de un funeral de Estado, carajo, y la gente no tolera el graffiti del pendejo, lo insulta cada vez más, y él como inadvertido, sigue ahí, pero un tipo toma la iniciativa, un cincuentón ágil: se trepa como el pibe, se sube al kiosco de diarios y de una lo pone, le sacude la trucha al pibe que ni reacciona, recibe un golpe y otro y otro (golpes de Estado!), cobra hasta que un par de ciudadanos piadosos suben, también, y paran al golpeador, lo agarran al pibe, la gente de abajo le sigue gritando, y el concierto de defensores del Estado lo disuade, post-golpes, de tapar su escrito, cosa que el muchacho hace, cubre con pintura roja su proclama ácrata, y parece que con eso calma las fieras, pero cuando baja, nomás llegar al piso y acá no se sabe exactamente porque la persona que me contó sólo vio que la marea de gente –de agentes, definidos fácticamente- se le fue encima al pibe y lo deglutió en su defensa activa del Estado de las cosas, de las cosas obtenidas estos años, que, parece, son del Estado.

AjV, 28 de octubre y 23 de noviembre de 2010